L´Hospitalet, con sabor latino

La segunda ciudad de Catalunya refuerza las iniciativas para mejorar la convivencia en cuatro barrios donde la inmigración supera el 35%

La Vanguardia, JOSEP PLAYÀ MASET, 03-03-2008

El auténtico pan ecuatoriano amasado con el sabor de la tierra" lo puede encontrar en la panadería El Guayaco. A pocos metros, la peluquería Caribe le ofrece la “moda latina unisex” y el restaurante El Rincón d´Leo, una carta con platos como el encebollado, a base de pescado cocido, el ceviche de camarón o conchas (mejillones) y la fritada de cerdo. Estamos en Pubilla Cases, en l´Hospitalet, un barrio que han llegado a llamar el Ecuador chico.

Se calcula que en l´Hospitalet viven cerca de 63.000 inmigrantes, de los que el 66% son latinoamericanos, con claro predominio de los ecuatorianos (más de 14.000) y bolivianos (casi 8.500), seguidos por peruanos (5.000), colombianos (3.000) y dominicanos (2.700). El uso del castellano como lengua de comunicación, su pasión por la música y la danza y su presencia en la calle los hacen además mucho más visibles que el resto de los inmigrantes. Los latinos, como el resto de los colectivos, se concentran en cuatro barrios del norte de la ciudad: Collblanc, Torrassa, Pubilla Cases y Florida, los cuatro con porcentajes de extranjeros cercanos al 35% de la población.

Francesc Candel escribió en su famoso libro Els altres catalans que en tiempo de la República un cartel a la entrada del barrio de la Torrassa decía: “Catalunya termina aquí. Aquí empieza Murcia”. Unos años antes habían empezado a llegar murcianos para trabajar en las obras de la Exposición Universal de 1929. A partir de los años sesenta, este barrio y otros de su entorno fueron ocupados por andaluces y extremeños que elevaron la población de l´Hospitalet hasta la cifra récord de 300.000 habitantes. Tras unos años de pérdida de población, ya que el progreso se traducía en la decisión de trasladarse a otras ciudades del área metropolitana, en los últimos ocho años se ha producido otro desembarco masivo de inmigrantes, esta vez con sabor latino. La visita del presidente de Ecuador, Rafael Correa, el pasado mes de julio, confirma la peculiaridad de estos barrios.

En abril se publicará Voces inconclusas. Ecuatorianos en Catalunya,editado por el poeta y escritor Ramiro Caiza, un libro que “pretende mantener viva la memoria de los ecuatorianos, para que un día esos nuevos catalanes sepan por qué sus padres tuvieron que dejar su país”. A través de distintos testimonios, se explica la inmigración ecuatoriana a Catalunya, y más en concreto a l´Hospitalet. Una historia reciente, que empieza en 1999, cuando la crisis económica en Ecuador empuja a los primeros inmigrantes hacia Pubilla Cases. “La mayoría procedía de Guayaquil y provincias costeras – explica Ramiro Caiza-, atraídos por la proximidad del mar, unas condiciones favorables, y porque aquí se respira la diversidad en la calle”. Son voces que lamentan “esa añoranza permanente de la tierra”, las complicaciones de los primeros tiempos y la dificultad de integrarse en la sociedad catalana.

L´Hospitalet ha luchado desde hace años por tener una identidad propia, para acabar con la opinión de tantos ciudadanos que creían vivir en Barcelona. Y lo ha conseguido. Las últimas encuestas indican que un 81% de sus habitantes se sienten de l´Hospitalet y dos terceras partes de los vecinos creen que ha mejorado. Pero aun así, para un 21% de los habitantes, la inmigración es el principal problema (para un 18% es la inseguridad; para el 11%, la vivienda, y para el 5%, el transporte). Claro que hace dos años la inmigración era el principal problema para el 28%. Pero l´Hospitalet ha hecho bandera también del eslogan “L´acollidora”. Según la teniente de alcalde de Bienestar Social, M. Dolors Fernández, detrás del lema hay un trabajo serio en favor de la integración que se concreta en iniciativas que son ya un referente.

Una de las iniciativas más efectivas es el Servei de Mediació, en el que trabajan diez profesionales. Sólo en el 2007 han intervenido en 600 casos, muchas veces por problemas de convivencia en las comunidades de vecinos y a menudo por cuestiones relacionadas con el ruido (celebración de fiestas, música estridente). “A veces basta con informar porque hay determinadas formas de expresar la alegría y no siempre existe consciencia del ruido que se provoca”, explica con tono pedagógico Jesús Husillos, responsable del Pla per a la Integració de la Nova Ciutadania. De este proyecto ha surgido otro consistente en apoyar la creación de comunidades de vecinos. La mediación se apoya en casos extremos en otra de las iniciativas estrella del Ayuntamiento: la creación de una unidad policial especializada en temas de convivencia. Creada hace año y medio y formada por 31 agentes, ha permitido disminuir de forma drástica las protestas ciudadanas por la supuesta ocupación de plazas y parques por grupos de jóvenes latinos.

“Una de las iniciativas que me gusta destacar – explica la concejal Dolors Fernández- es el Projecte Clau, que consiste en recoger de los centros de primaria a niños que tendrían que volver solos a su casa y llevarlos a un esplai hasta que sus padres los pueden recoger. La propuesta surge de las propias maestras, que nos dicen que muchos niños iban con la llave de su casa colgada del cuello. Ahora mismo hay unos 250 niños que no tienen que volver solos a casa”. El proyecto Cicerone, de jóvenes voluntarios de cuatro institutos que se ofrecen a introducir a los recién llegados; el Entre Veïnes, de mujeres voluntarias que compañan a las recién llegadas al mercado o al ambulatorio, o Patis Oberts, que permite abrir los días festivos los patios de los institutos Margarida Xirgu y Fontserè, con presencia de dos educadores, son otras iniciativas implantadas con éxito.

De difícil solución son dos problemas endémicos en núcleos con fuerte presencia de inmigración: la vivienda y la guetización de algunas escuelas. En l´Hospitalet se agravan por la alta densidad de los barrios del norte. Jordi Ibáñez, presidente de la asociación Espíritu de Santa Cruz de la Sierra, que agrupa a unos 500 bolivianos, considera que “es más fácil encontrar trabajo que un piso digno”. Hace dos años el Ayuntamiento detectó 1.359 pisos donde vivían más de ocho personas. Es difícil saber cómo ha evolucionado. Ibáñez añade otro problema que afecta especialmente a los bolivianos, porque han protagonizado la última oleada migratoria. Muchos están sin papeles. “Y los que no tienen papeles viven en permanente estado de psicosis, de miedo a ser descubiertos, es imposible su integración”.

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