Sueño en una noche electoral del 2012
El Periodico, , 03-03-2008La noche pasada tuve un sueño. Una pesadilla es más correcto. Porque discurría en periodo electoral, pero con una variante importante: se había legalizado el voto de los extranjeros, lo que, con dos millones de sufragios, les otorgaba una cuota muy alta de poder decisorio.
En un polideportivo de grandes dimensiones estaba hablando por la megafonía Mariano Rajoy y, en aquel momento, entraba el firmante. Una locura me pasó por la cabeza y, recordando los comicios anteriores, grité: “¡No cabemos, compañeros!”. Quería adular al orador y resultó que le ofendí. La legalización del voto del inmigrante le había cambiado. Se comprende: en el andamio y en la recolección, cada extranjero con papeles, un voto. Cayó entonces sobre mí un sunami de insultos: “¡Provocador!”, “¡Xenófobo excluyente!”, “¡Siga, siga, no haga caso, don Mariano!”.
Observé entonces que eran muy numerosos los extranjeros asistentes al mitin. Muchos eran africanos, pero no de los que se contratan en una agencia para dar color a un acto pluriétnico; también había eslavos de la estepa, con intérpretes propios; los inevitables chinos… Pero, por encima de todos, destacaba la entrañable presencia de los hermanos de Iberoamérica.
Precisamente Rajoy estaba hablando de ellos. Era un bonito parlamento. “Cuando aquí no cabíamos, vosotros nos abristeis las puertas de vuestras casas en la pampa, en la cordillera andina y en el altiplano. Teníamos una deuda… Fuisteis solidarios con nuestros abuelos…”. Se comentaba que nadie como el líder del PP para el trato con los inmigrantes.
Los aplausos emocionados del auditorio me despertaron. Me gustaría reanudar el sueño, pero en el recuento de votos, para saber si dio resultado el cambio.
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