La decisión del Ayuntamiento de Lleida de ubicar la nueva mezquita en el polígono industrial del Segre no es del agrado ni de la oposición ni de los empresarios de la zona. El pleno del Consistorio aprobó ayer, sólo con los votos del equipo de gobierno socialista, la recalificación de los terrenos para construir el equipamiento comunitario. ICV votó en contra y CiU, PP y ERC se abstuvieron.

El convenio firmado a finales de 2007 entre el Consistorio y los representantes de la comunidad musulmana para construir un nuevo oratorio parecía que acabaría con la polémica originada hace seis años por la presencia de la actual mezquita en los bajos de un edificio de la calle del Nord, con aforo insuficiente para acoger a los centenares de fieles que acuden a las horas de rezo. Pero a juzgar por la postura de cuatro de los cinco partidos con representación municipal y de los empresarios, lo que puede pasar realmente es que el problema se traslade de la zona urbana a la periferia.

El equipo de gobierno defiende la ubicación de la mezquita en un solar municipal de 2.000 metros cuadrados, a dos kilómetros del centro de la ciudad, y considera que el uso religioso será compatible con la actividad industrial. En cambio, la oposición juzga inadecuado el lugar porque los fieles tendrán problemas de ruidos y olores de las industrias próximas y además colapsarán los accesos.