Un avión de madera y sueños
El País, , 29-02-2008Las familias de los emigrantes son como un árbol gigantesco cuyas ramas traspasan mares y fronteras. Los viejos afectos y los recuerdos compartidos de padres, hermanos, tíos y primos se hacen fuertes en un lugar recóndito hasta que sus poseedores mueren y se los llevan con ellos. La emigración está en el centro de la novela El avión de madera que logró dar media vuelta al mundo (Candaya), de Quim Aranda. La obra relata la emigración de una familia andaluza cuyas ramas se prolongan por Cataluña, Argentina, EE UU y Brasil.
El narrador de la novela, Marcelo Rojo, recibe la invitación de su tía Magda, que le pide que vaya a Buenos Aires. Su tía quiere devolverle el juguete que Marcelo le regaló cuando era niño durante la única visita de ella a Barcelona. Marcelo emprende entonces un viaje a sus orígenes, marcados por un pueblo malagueño y por su infancia en una ciudad extraña. Aranda (Barcelona, 1963) reside en Londres y es periodista. Colabora desde 1998 en Avui. Es autor del libro – entrevista Què pensa Manuel Vázquez Montalbán (1995), que repasa la trayectoria del novelista. La familia de Aranda procede de Archidona (Málaga), donde se sitúa, con el nombre de Escua, buena parte de El avión de madera…
La novela tiene un título llamativo por su longitud. “Un avión de madera es un juguete. En cambio, un avión de madera que logra dar media vuelta al mundo parece que sugiere que es un juguete un poco extraordinario”, señala el autor. La novela habla de la memoria, de los latidos de un tiempo pasado que se entreveran con el presente. “La emigración, el abandonar los orígenes, es siempre algo dramático. A veces, el futuro que se encuentra tal vez es mejor en términos económicos, pero detrás de cualquier proceso de emigración, de alejamiento de las raíces, hay un elemento dramático. Pero si, además, la familia se dispersa, este elemento dramático se acentúa”, comenta.
La emigración siempre se ceba con los más pobres, aquellos que no encuentran una forma digna de ganarse la vida en su tierra. Es como si el derecho a disfrutar de una estirpe familiar a la que remontarse les estuviera vedado. “Es injusto pero es así. En la novela queda reflejado que las causas por las que la familia emigra, y en resumen las causas de la emigración, son siempre económicas. En el caso de la novela hay aún alguna causa remota que es política, ya que lo que produce la Guerra Civil y la dictadura de algún modo incide en el subdesarrollo económico del lugar de donde emigra la familia que protagoniza la obra. La burguesía asentada, los grandes latifundistas andaluces nunca pierden sus raíces porque tienen el cortijo y el latifundio en Andalucía y la casa señorial en Sevilla o Madrid. Hoy día hay gente que se juega la vida y se mete en una patera porque sus condiciones económicas son lamentables”, asevera Aranda.
El peso de los orígenes gravita sobre Marcelo. “Mi concepción del mundo, mi visión de la historia, mi relación con la lengua castellana está totalmente condicionada por el pasado de los míos y lo que ellos me legaron. He pasado veranos de mi infancia en Andalucía. Yo he escuchado la tradición oral del lugar de procedencia de mis padres, he mamado todo eso. Y eso ha dejado un poso inevitable y enriquecedor”, explica.
“En un momento determinado de la vida, cuando eres joven y te quieres rebelar contra la autoridad paterna, es como que te distancias de eso. Después te haces algo mayor y todo eso lo recuperas, lo aprecias… Integras esa cuarta parte de ti mismo con las otras tres cuartas partes de ti mismo, que son lo que eres en tanto que has nacido en un lugar muy concreto y te has formado intelectualmente de una determinada manera, con unas determinadas lecturas y con unas experiencias que también influyen sobre ti al haber sido adolescente en una ciudad, Barcelona, que tiene dos culturas”, concluye.
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