Prostitución

Ellos no temen a las cámaras

El Mundo, CARLOS MEDRANO, 26-02-2008

Los clientes de las mujeres de Montera suelen ser extranjeros, jubilados y jóvenes que salen de marcha, que no saben que hay cámaras de videovigilancia o si lo saben no les importa que se les grabe. Las meretrices se sienten más seguras, pero tienen miedo de perder su intimidad Al caer el sol la calle Montera sufre una transformación, los comerciantes cierran sus negocios y se retiran a sus casas para descansar. Pero eso no quiere decir que se deje de hacer negocio. Una nueva mercancía se ofrece en los portales y esquinas. Se trata de las docenas de prostitutas que proporcionan cada día servicios sexuales a los paseantes. No obstante, algo ha cambiado en el mercado de la carne. Unos ojos electrónicos han empezado a vigilar las idas y venidas de las meretrices y de sus clientes.


A las 00.00 horas del pasado lunes, el Ayuntamiento puso a funcionar las cámaras de vigilancia que, pese a llevar cierto tiempo instaladas, aún no se habían estrenado. Con esta medida, el Consistorio pretende combatir la inseguridad derivada de la presencia de prostitutas en el barrio. Además, espera que la incansable mirada de estos dispositivos sea suficiente para ahuyentar a los clientes.


No hay que olvidar que las Autoridades les han señalado en varias ocasiones como responsables de la buena salud que experimenta la venta de sexo. En total hay 30 cámaras distribuidas a lo largo de Montera, la plaza de Soledad Torres Acosta y el tramo de Gran Vía que llega hasta la plaza del Callao. Estas zonas suelen poblarse a diario de meretrices de origen rumano, africano y latinoamericano.


Sin embargo, la eficacia real de estas medidas aún tiene que demostrarse. De momento, el aspecto de la zona durante las primeras horas de vigilancia no fue muy distinto al que tenía la semana pasada. Ciertamente había menos prostitutas de lo habitual pero, según las propias interesadas, eso respondía a que la lluvia desanimó a muchas a acudir a su lugar habitual.


A su entender, la falta de cambios se debe a que las cámaras no ejercen un efecto disuasorio sobre sus clientes dado que, en muchos casos, ellos mismos no se percatan de la presencia de los dispositivos, a pesar de la existencia de varios carteles informativos. «Pensé que eran para controlar el tráfico», afirmó un joven que acababa de hablar con una de las chicas. Un amigo que iba a su lado aseguró que ya conocía la verdadera naturaleza de los aparatos, pero se mostró confiado e indicó que no le preocupaba que le tomaran una imagen. «Dudo mucho que las grabaciones vayan a salir de los muros de la comisaría de Policía», agregó.


El hombre declaró que no piensa cambiar sus aficiones: «Contratar los servicios de una prostituta no es una actividad ilegal por la que me puedan multar». Por tanto, se mostró escéptico con que la novedad vaya a asustar a nadie.


Las meretrices ven el problema desde su propia óptica. Todas ellas se encontraban el pasado domingo mejor informadas que sus clientes. Conocían de sobra no sólo la existencia de los artefactos, sino también la fecha exacta en la que iban a comenzar a funcionar.


La mayor parte de ellas contempló la novedad con sentimientos encontrados. Por una parte se felicitaron de que su presencia pueda aumentar su propia seguridad, dado que muchas de ellas han sufrido agresiones y robos. Por otro lado, se mostraron preocupadas sobre el destino final de las imágenes. «No me gustaría que me viera mi familia», señaló una prostituta rumana. La joven recordó que en su país de origen hay un programa televisivo que habla de la situación de sus paisanos en España y le alarma la idea de que su imagen pudiera acabar en ese espacio televisivo. «No podría volver a mirar a la cara a mi madre», aclaró.


Las mujeres esperan que las autoridades municipales sean muy cuidadosas con el material filmado. En este sentido, la unidad de Policía Municipal, ubicada en la misma Montera, será la encargada de almacenar durante una semana las cintas, tras lo cual serán borradas. Con esto, las Autoridades pretenden demostrar que el derecho a la privacidad de los ciudadanos queda garantizado.


Lo tienen claro


En cualquier caso, las trabajadoras del sexo no creen que vayan a perder volumen de negocio. Cuando se les pregunta por el posible efecto de las cámaras sobre sus clientes, ellas lo tienen claro: ninguno en absoluto. «Los pocos que se han fijado en su existencia pensaban que estaban funcionando desde el mismo día en que las colocaron y, aún así, les dio exactamente lo mismo», indicó una chica de poco más de 20 años.


Para comprender la falta de interés por unas imágenes que podrían llegar a comprometer a algunos ciudadanos, hay que tener en cuenta el precario estado en el que muchos clientes contratan los servicios sexuales. Al encontrarse la calle Montera muy próxima a varias zonas de fiesta, parte de los clientes son jóvenes en estado de embriaguez, no demasiado conscientes de las circunstancias a su alrededor. Los transeúntes que ayer pululaban por la zona se mostraron más preocupados por la posible presencia de delincuentes que de las prostitutas. Por ello y para favorecer la erradicación del crimen en este conflictivo punto del distrito Centro, suele haber un coche de Policía Municipal al comienzo de la vía.


Un agente que el pasado domingo vigilaba el área, comentó que la principal utilidad de las nuevas cámaras es resolver los delitos que se cometan bajo su vista: «Será interesante revisar las grabaciones cuando ocurra alguna incidencia. De esta manera, podremos reconocer a los delincuentes e ir a por ellos». Aun así, el policía puso en duda que las imágenes puedan llegar a emplearse en los juicios. «Para usar una grabación tiene que haber sido tomada con el respaldo de una orden judicial. Si no es así, no se pueden utilizar como una prueba», concluyó.


Asimismo, el agente destacó que las infracciones más habituales en el área son los robos durante el día y, al caer la noche, las peleas provocadas por la excesiva ingesta de alcohol. Por su parte, las meretrices se quejaron de que los municipales no parecen preocuparse lo suficiente por su bienestar. «Les da lo mismo que nos peguen o atraquen, ellos sólo están aquí para que el alcalde quede bien con los vecinos», dijo una prostituta rumana. Ante esta situación, no es extraño ver a proxenetas de aspecto extranjero que vigilan a las muchachas durante la noche, algo que preocupa seriamente a los vecinos por los constantes altercados que suelen protagonizar.


Por eso, los residentes del barrio se mostraron encantados ante la puesta en funcionamiento de las cámaras y confiaron en que sirvieran para que desaparezcan ciertos elementos que, alguno de ellos, no dudó en calificar de «indeseables».


Al mismo tiempo, pidieron al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz – Gallardón, más medidas para erradicar del barrio lo que consideran como una «auténtica lacra para Madrid». Mientras eso ocurre, cada noche vuelve a abrir el mercado de la carne.

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