La falta de agentes retrasa la puesta en marcha del sistema contra cayucos en Gran Canaria
ABC, 25-02-2008ERENA CALVO
LAS PALMAS. Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria. Toda la provincia oriental de las Islas Canarias. Las tres cuentan ya con el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) para la detección de pateras y cayucos. El de Fuerteventura, instalado en 2003, es el más antiguo. A éste le siguieron el de Lanzarote, completado el año pasado, y el de la isla redonda, que tras sucesivos anuncios y los mismos retrasos, quedó listo para su puesta en marcha hace dos meses, explican a este periódico fuentes del Instituto Armado.
A mediados de 2006 salía a concurso, pero su instalación no comenzó hasta el verano de 2007, a pesar de que en alguna ocasión el ya ex delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, había anunciado el inicio de las adecuaciones pertinentes para finales de ese mismo 2006, recuerdan las mismas fuentes. «Llevaba prácticamente preparado para ponerse en funcionamiento desde hace dos meses, pero no se pudo poner en marcha hasta el 11 de este mes por falta de personal».
Mientras que en Lanzarote y Fuerteventura el sistema de detección de pateras cuenta con unidades específicas formadas por unos veinte guardias cada una, en Gran Canaria son entre seis y ocho los agentes comisionados para convertirse en los ojos del SIVE. «Proceden de las unidades de municipios como Guía y Agüimes, y ni a corto ni a medio plazo se contempla la posibilidad de crear una unidad propia para el SIVE».
Son las Patrullas Fiscales Territoriales en Lanzarote y Fuerteventura las encargadas de hacer frente al control del engranaje de radares y cámaras que detectan las embarcaciones que se dirigen hacia las costas canarias. «El problema es que en Gran Canaria sólo contamos con dos patrullas fiscales, en Vecindario y Guía, con sólo diez guardias en total que tienen que estar dedicados exclusivamente a delitos fiscales; por eso, para reforzar el SIVE ,se tienen que detraer algunos agentes voluntarios de otras unidades».
Estos ocho guardias, dos en cada turno de ocho horas, tienen como misión vigilar las señales detectadas por los sensores, que se monitorizan automáticamente y se visualizan en el Centro de Mando de la Comandancia de Las Palmas. Con estos datos, «los operadores registran y comprueban el rumbo y velocidad de las embarcaciones».
Según fuentes consultadas, «deberían haber pensado en crear unas infraestructuras específicas para el SIVE, como se hizo en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, porque aquí se comparte sala con personal de la central de servicio y no son, desde luego, las condiciones óptimas». El coste aproximado del SIVE en Gran Canaria es de unos cuatro millones de euros.
Estaciones sensoras
La isla redonda cuenta con tres estaciones sensoras: una en Montaña Arinaga (con radar y cámaras), otra en el Hotel Bahía Feliz (sólo cámaras) y una tercera en el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial) de Maspalomas, con radar y cámaras. Estos radares cubren un espacio marítimo desde la capital grancanaria hasta el municipio de La Aldea. El alcance efectivo es de 18 millas náuticas (32 kilómetros), «aunque pueden llegar a detectar buques hasta unos 45 kilómetros».
Desde su puesta en marcha, ya han sido tres los cayucos localizados por este sistema, «a pesar de estar en el período de pruebas, que durará aún cerca de dos meses más hasta que todo quede perfectamente ajustado». La tercera de estas barquillas alcanzaba ayer el Muelle de Arguineguín, al sur de la isla, con 85 varones subsaharianos a bordo. Los ocupantes de este cayuco fueron escoltados por la patrullera de la Guardia Civil en la isla redonda: la «Báltico», la más antigua de todas las embarcaciones de estas características del Instituto Armado. No en vano, muchos agentes conocen a esta patrullera como «la abuela». Cuenta ya con más de 16.000 horas de navegación, relatan fuentes de la Benemérita, «como si hubiera estado dos años enteros navegando ininterrumpidamente». Fue la cuarta patrullera construida de todas las de la Guardia Civil, en el año 1991, «pero las otras tres están ya fuera de uso». Está muy anticuada, dicen, «y el problema es que, encima, en Gran Canaria sólo tenemos una».
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