La policía descubre un taller textil ilegal en elque trabajaban y vivían hacinados 15 chinos
Dormían con colchones en el suelo en una casa de Benicalap repleta de suciedad y restos de comida
Las Provincias,
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23-02-2008
Tres plantas repletas de máquinas de coser, hilos, tintes, colchones en el suelo, restos de comida podrida, suciedad… Es lo que uno se puede encontrar en el número uno de la calle La Serratella de Valencia, en el barrio de Benicalap. No es un lugar ni para trabajar ni para vivir, sin embargo casi una veintena de inmigrantes chinos hacían ambas cosas en este espacio insalubre convertido en taller textil.
La intervención policial se produjo alrededor de las once de la mañana. Un ciudadano chino intentó huir al ver a varios agentes que estaban realizando un control cerca de la citada calle. Al perseguirlo comprobaron que se escondía en el número 1 de La Serratella. Cuando los agentes de GOES entraron en la vivienda se produjo una verdadera estampida.
En ese momento había aproximadamente 20 chinos trabajando en la planta baja, en una zona con 18 máquinas de coser y planchar. Muchos de los trabajadores que en ese momento se hallaban en el lugar echaron a correr al advertir la presencia policial.
Sólo pudieron retener a tres de los trabajadores y a una pareja, a cuyo nombre figura el local. Se trata de S. F. Ch. y X. F. Ch., de 38 y 27 años de edad. Están acusados de un delito contra los derechos de los trabajadores y otro contra la Ley de Extranjería. Según indicaron fuentes policiales, presentaron una licencia de actividad que figuraba como cesada, por lo que no podían desempeñar ninguna función industrial en la vivienda.
Sólo al inspeccionar las instalaciones, los policías y un inspector de Sanidad corroboraron las pésimas condiciones de salubridad en las que trabajaban y subsistían los inmigrantes. La casa, una vivienda antigua de tres pisos y terraza tiene el taller en la planta baja.
Desde allí una estrecha escalinata da paso a un segundo piso en el que apenas se puede caminar. Los colchones, ropa, plásticos, embalajes y otros restos llenan cada rincón de varias estancias. Un desagradable olor lo invade todo. En una mesa, se acumulan cáscaras de plátanos, bolsas de comida, restos cárnicos y cubiertos sucios. En un gran congelador, la policía encontró diferentes carnes de dudosa procedencia. Casi todos los productos carecían de etiquetado y algunos ni siquiera tenían embalaje o plástico.
Ante estas evidencias, la policía sospecha que los trabajadores orientales vivían hacinados en el local las 24 horas del día. Un inspector de Trabajo también acudió al lugar, tras la entrada de la Policía Local, para comprobar las condiciones laborales en las que se hallaban los inmigrantes. Después de arrestar a los dos sospechosos y realizar las diligencias, los agentes procedieron al cierre de la planta baja y a solicitar el cese de la actividad.
Un vecino de la calle La Serratella aseguró que los chinos “llevan aproximadamente ocho años establecidos en esa casa”. Según explicó, “el Ayuntamiento consultó al vecindario en 2003 ante la solicitud de los responsables del taller para realizar una actividad textil en el inmueble”.
“Yo mismo elaboré una queja en el que explicaba los motivos por los que no era conveniente que hubiera un taller en ese lugar”, relató el vecino. En el escrito, al que tuvo acceso LAS PROVINCIAS, aducía motivos como “la posible toxicidad de materias primas, malos olores, riesgo de incendio y una vivienda que es inadecuada para el uso industrial”.
Ruidos y botellas en el tejado
“Una vez hacían ruido con las máquinas a la una de la mañana. Quise llamarles la atención y sólo abrieron la puerta cuando amenacé con llamar a la policía”, relató el hombre. “Vi varias personas trabajando, pero no sabía que había tantas”, añadió.
En otra ocasión, lamentó el residente de Benicalap, “sufrí una inundación por su culpa, porque son gente muy sucia. Arrojaron botellas vacías al tejado y bloquearon el sistema de desagüe. Tuve que subir yo y retiré más de 20”, recordó indignado.
Los empleados de un taller mecánico muy próximo a la casa inspeccionada se quedaron de piedra al saber que había casi una veintena de ciudadanos chinos trabajando y viviendo en la casa. “Por el día casi no se les ve y son muy discretos. Hace dos años ya estuvo la policía para echarlos del local, pero luego volvieron”, indicó uno de ellos. “Sólo veíamos a los dos dueños de la casa, una pareja, pero con nosotros no se han relacionado jamás”.
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