SOS Racisme censura

La Vanguardia, Manuel Trallero, 22-02-2008

Una de las principales características de las llamadas ONG, las organizaciones no gubernamentales, es que basan toda su fuerza y poder en la exclusividad de un tema, en la extracción de una cuestión de la realidad, del conjunto de la sociedad, para hacerlo suyo, apropiárselo, tal que si fuera de su entera propiedad y el resto de los ciudadanos no pudiéramos poner nuestras sucias manos sobre cuestiones que, por lo visto, ya no pertenecen a la opinión publica, sino que han sido secuestradas por una camarilla o, cuando no, una secta que no sólo monopoliza la información sobre la cuestión a debatir, sino que pretende imponer sus criterios – por algo ellos dicen conocer el tema y los demás no- y, en definitiva, controlar de esta manera a la propia opinión pública.

Es bien conocida la actitud de una pretendida ONG que centra sus esfuerzos en las llamadas eufemísticamente trabajadoras sexuales,antes conocidas como prostitutas, en blindarlas de cualquier contacto, irguiéndose en su único portavoz y lo que es mucho más grave y peligroso, en su único interlocutor con las diferentes administraciones. Cosa que cuando se está con el peliagudo tema de la regularización de la prostitución no es precisamente un poder imperceptible ni una cuestión baladí.

SOS Racisme pretende hacer lo mismo. Ser no sólo la única voz, sino además la buena. Obvio tener que justificarme, porque mi posición como nieto de inmigrantes, con familia inmigrada en casi todos los continentes y mis opiniones sobre el tema, son para quienes han tenido la paciencia y la amabilidad de leerme sobradamente conocidas. Pero ello no me impide que de la misma forma que soy partidario de tratar a los drogodependientes no como a simple delincuentes sino como enfermos – ¿cuándo veremos una Marató en TV3, dedicada a este tema?- no por ello creo que se haya de tratar de simples cavernícolas a los vecinos que no quieren tener al lado de su casa una narcosala.

La última de SOS Racisme ha sido enviar una carta a todos los partidos políticos para que no hagan un “uso electoralista” de la inmigración. A mí me parece una barbaridad que en plena campaña electoral los distintos partidos políticos no pueden hablar a los ciudadanos de uno de los problemas que más les preocupan. Carteles tipo “Les persones immigrants no són part del joc electoral” constituyen un insulto a esta sociedad.

Los inmigrantes, los maestros, los médicos, los constructores del AVE por el centro de Barcelona… son parte intrínseca de lo que despectivamente se llama juego electoral y que nos permite a los ciudadanos ejercer el derecho a la soberanía popular a través del voto, ojalá que muy pronto los inmigrantes puedan hacerlo como lo hago yo y dejemos de escucharles a través de entidades que deparan certificados de racismo mientras el Gobierno del señor Zapatero ha mantenido la vergonzosa valla de Ceuta y Melilla. tipo muro de Berlín, o la que separa Palestina con el Israel. En democracia no hay exclusivas.

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