La camarera peligrosa
El Periodico, , 20-02-2008Un futuro votante de CiU me dice que está encantado con un eslogan que va a hacer fortuna: A Catalunya no hi cap tothom, dicen. Se sustenta esta afirmación en la necesidad de que la Generalitat tenga competencias exclusivas en inmigración y condicione el permiso de residencia al conocimiento de la lengua catalana.
La verdad, quiero demasiado a esta lengua que me dieron mis padres y que he transmitido a mis hijos para verla convertida en una condición burocrática en la lucha de la gente por su bienestar. Si esta frase electoral fuera cierta, ¿qué pasaría con los directivos de las grandes empresas que todavía residen entre nosotros? ¿Podrían tener su despacho en Martorell a condición de que residieran en Fraga? Es evidente que el argumento de conocer la lengua como condición indispensable para vivir en Catalunya está pensado solo para la inmigración económicamente débil. La lengua catalana puede traducir a Goethe, puede ser traducida al inglés o al alemán, puede resistir años de persecución y siglos de incomprensión española. Pero, por lo visto, el peligro más importante es la camarera que no nos atiende o el empresario que la ha contratado. Para ello no hay nada mejor que vincular el conocimiento de la lengua a la expulsión.
Bastantes mentiras se dicen por ahí sobre el catalán para que hagamos un uso excluyente de la lengua. Si es cierto eso de que A Catalunya no hi cap tothom, ya me pongo a hacer las maletas. Lo último que había escuchado era aquello de que "català és aquell que viu i treballa a Catalu –
nya ". Existe una catalanidad que no siempre está asociada a un gran conocimiento de la lengua. A mí me gustaría que en Catalunya no cupieran ni los delincuentes, ni los explotadores, ni los especuladores, ni las malas personas, aunque hablaran perfectamente el catalán.
De lo que se trata es de hacer un país en el que quepa todo el mundo. Las exclusiones ya nos las impondrán desde otros gobiernos. Pero no voy a usar mi lengua como amenaza para nadie, sino como herramienta de persuasión para todos.
Y
ahora, Cuba
Fidel se retira. Hace años que cambió la guerrera verde olivo por el chándal que le ha de llevar atléticamente a la eternidad. El poder refuerza las egolatrías. Fidel se va porque ya no puede más. Pero en ningún caso se va porque la sociedad cubana pueda cada vez menos. “Condenadme, no importa: la Historia me absolverá”, dijo ante sus jueces tras el asalto al cuartel de Moncada. La Historia tiene unas enormes tragaderas para absolver al déspota o para glorificar al resistente. Castro es un político del siglo pasado y un consuelo para las economías más paupérrimas del siglo presente. Habría caído antes si el primer mundo no hubiera insistido en su voracidad. Fidel Castro fue un anticuerpo del más enfermo de los capitalismos. Y con el tiempo ese anticuerpo se enquistó en sí mismo y acabó navegando entre la quimera y una injustificada autoestima. Ahora se trata de demostrar si Cuba es más fuerte que Fidel y si puede mejorar su vida desde dentro sin necesidad de venderse a sus ávidos postores.
GPS
Viven sin vivir en ellos. Son buenos consejeros de los otros y luego, en la noche, no saben qué van a hacer mañana. La soledad del guía es conocer todos los caminos menos el suyo.
(Puede haber caducado)