Miguel Mielgo

aarhus (dinamarca) – La ola de incendios y altercados provocados por jóvenes inmigrantes musulmanes en una veintena de ciudades y pueblos de Dinamarca no parece que haya llegado a su fin. En la noche del domingo al lunes, y tras más de una semana de disturbios, los Bomberos tuvieron que sofocar 88 nuevos incendios y la Policía detuvo a otros 29 jóvenes musulmanes de los cuales 10 han sido encarcelados por orden judicial.

El negro balance del fin de semana no podía ser peor: 385 incendios que han afectado calcinando a unos 70 coches, otros tantos contenedores, varios garajes, trasteros, cinco edificios de viviendas que han tenido que ser evacuados, además de cuatro escuelas y una guardería que han quedado totalmente destruidas, e incontables destrozos de ventanas y otros daños materiales en bibliotecas, centros de enseñanza y edificios públicos por valor de millones de coronas.

La Policía ha detenido un total de 93 jóvenes, todos ellos inmigrantes de origen árabe y en su mayoría menores de edad. Al menos 52 de ellos han ingresado en prisión preventiva a la espera de juicio. Los Bomberos han tenido que actuar protegidos por la Policía porque son recibidos con una lluvia de piedras y hasta les lanzan cócteles molotov encima.

La sociedad no es culpable

El primer ministro Anders Fogh Rasmussen dijo el domingo que «Esto tiene que terminar» y que «los jóvenes y sus padres son los únicos responsables y no la sociedad». Por su parte la ministra de Asuntos Sociales, Karen Jespersen, amenazó ayer a los padres de los jóvenes con retirarles el «bornechek», un cheque por valor de poco más de 3.000 coronas (más de 400 euros) que reciben todas las familias en Dinamarca por cada hijo menor de edad.


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