Arte Invisible: memorias de África con obras de Senegal, Níger y Ghana

ABC, MANUEL DE LA FUENTE. MADRID., 19-02-2008

Acosado por la hambruna, las pandemias, las venganzas étnicas, las dictaduras, y la corrupción, África, el Continente Negro, asoma la cabeza orgullosa de la mano (o, mejor, los pies) de sus geniales futbolistas, de sus atletas indómitos, de sus músicos abiertos y polifacéticos. Y también (de la mano, o mejor, de las manos) de un puñado de cálidos artistas que una vez más (ya van tres ediciones) se han asomado al espacio Arte Invisible, dentro de la feria ARCO. En esta ocasión, los países representados han sido Níger, Senegal y Ghana con las obras de diez de sus creadores.

Unos han asumido los ismos occidentales, otros remueven el caldero de su milenaria tradición, y otros remiten al relámpago lírico de Wole Soyinka y Leopold Senghor. Pero todos han ofrecido unos trabajos calados de humanidad, de naturalidad y vitalismo, como sólo la sonrisa de un hombre negro puede mostrar,.

Senegal trajo hasta la Feria de Arte Contemporáneo a Cheikh Feita, que trabaja con arena y es maestro en los tonos del antílope; le acompañaban Mohamadou Ndoye Douts, dominador del arte mural, y Djibril Ndiaye, con sus creaciones en taparrabos tejidos, yute, madera, cuentas, inspiradas en las enseñanzas de su abuela.

Cuatro son los artistas que viajaron desde Níger. Hagamos cuentas. Uno: Abdoul Aziz Soumaila, fotógrafo cuyo objetivo se impregna de la realidad de su tierra. Dos: Ali Garba, abstracción ecuatorial. Tres: Fati Seyni y su de primitivismo simbólico. Y cuatro: Alhousseini Yayé Touré: uno de los grandes artistas plásticos africanos del momento, trazador de universos tan arcanos como intelectuales.

Despleguemos una vez más el mapa de África y señalemos con el dedo el tercer país invitado: Ghana. Gabriel Eklou, explosivo y revolucionario artista, que parte de un mundo simbólico tradicional al que añade (mejor, donde incrusta) escenas contemporáneas erizadas por el hiperrealismo. Betty Acquah, y su impresionismo de la negritud, que ensalza en sus bellísimos cuadros la vida, la lucha y los deseos y sueños de las mujeres de su país. Finalmente, Joseph Kolawole ha creado un universo maravillosamente personal a partir de su trabajo con chatarra.

El Continente Negro levanta su voz en ARCO, a través del luminoso trabajo de este puñado de artistas que, día a día, vuelven a reescribir las memorias de África.

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