Presidente de México defiende a inmigrantes en EUA
La Prensa Gráfica, , 17-02-2008San Diego, California. Menos de dos años después de asumir su puesto, el pueblo mexicano es ambivalente acerca del desempeño del presidente mexicano, Felipe Calderón. Por un lado, le dan altas calificaciones por intentar reformar el sistema fiscal, organizar un fondo masivo de pensiones públicas y lanzar una iniciativa de trabajos públicos de 25 mil millones de dólares. Pero también lo critican por no protestar con suficiente energía ante lo que muchos mexicanos consideran como un trato duro e injusto de sus hijos e hijas en Estados Unidos.
No hace mucho, los mexicanos eran demasiado orgullosos para pensar en los migrantes que huyeron al norte en busca de oportunidades. Ahora están exigiendo que sus líderes vayan a protestar por los expatriados contra lo que ven como una crueldad nacida de la xenofobia estadounidense.
Por ese motivo Calderón realizó hace poco una gira relámpago de cinco días, con paradas en Boston, Nueva York, Chicago, Los Ángeles y Sacramento, California. El motivo principal de su viaje fue concentrar la atención en la comunidad de inmigrantes mexicanos en este país.
Antes de partir de México, revolvió el avispero con entrevistas provocativas en periódicos estadounidenses. Examinó la contienda presidencial estadounidense y sin mencionar candidatos observó que a los moderados les ha ido bien. Los más radicales y antiinmigración han quedado atrás, expresó a un reportero.
En verdad, los tres candidatos presidenciales que van a la delantera John McCain, Barack Obama y Hillary Clinton apoyan un enfoque integral que provea un camino a la legalización.
Calderón señaló que locutores conservadores de programas de entrevistas están avanzando su retórica antiinmigratoria que crean un ambiente hostil para todos los mexicanos en Estados Unidos que no beneficia a nadie. Y, hasta puede suceder que los países confundan a sus vecinos por enemigos.
Muchos estadounidenses cometen ese error. Son tan renuentes a aceptar responsabilidad alguna por la inmigración ilegal una herida autoinfligida que ellos mismos causan al contratar agresivamente a inmigrantes ilegales que están ansiosos por echarle la culpa de estar allí a México y sus líderes.
Es como si muchos estadounidenses estuvieran esperando que México resolviera nuestro problema de la inmigración, creando empleos al sur de la frontera o frenando físicamente a los que intentan cruzarla a Estados Unidos.
Calderón cree, como se están percatando muchos mexicanos, que el país está perdiendo algunos de sus mejores cuadros; y que la familia mexicana se está desintegrando debido a la emigración masiva.
En la Universidad de Harvard, su alma máter, expresó que no quería perder más gente que partiera para Estados Unidos, solo deseaba servir mejor y proteger a los mexicanos que ya están aquí.
Calderón acepta que las naciones tienen el derecho de imponer sus leyes y controlar sus fronteras. Pero, para él, se trata de un asunto de derechos humanos, derechos que no desaparecen en la frontera mexicano – americana. Ese es el mensaje que Calderón se propuso propagar en Estados Unidos y al mismo tiempo asegurar a los fugitivos de su país que México no los ha olvidado y que permanece atento a sus necesidades.
Es un buen mensaje, que esos pobres, sin duda, hubieran apreciado escuchar antes de hacer sus valijas y dirigirse al norte.
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