cualificación
El cerco de O Son recibe senegaleses que en su vida trabajaron en el mar
La Voz de Galicia, , 17-02-2008Forman parte del contingente de 1.500 marineros que el ministro Caldera reclutó a través de un convenio
Los armadores han empezado a tener problemas con la mano de obra que contratan a través del Gobierno
Forman parte del contingente de 1.500 marineros que el ministro Caldera reclutó a través de un convenio
Los armadores del cerco de Portosín se las prometían muy felices cuando el año pasado el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, anunciaba que el Gobierno español y las autoridades de Senegal habían firmado un convenio de colaboración mediante el que unos 1.500 marineros de ese país podrían venir a trabajar a España con los papeles en regla. Se suponía que esa iniciativa iba a resolver, al menos en parte, un problema que desde hace tiempo trae a los empresarios de cabeza: la escasez de tripulantes.
Poco a poco, en el marco de ese acuerdo, fueron llegando a la villa sonense jóvenes para enrolarse en los cerqueros a los que ya casi ningún gallego quiere subirse. Todo iba bien hasta hace unos días, cuando un armador denunció que los cuatro hombres que le fueron asignados para cubrir su oferta de empleo no tenían ni idea de lo que era un barco de pesca y no estaban cualificados para realizar el trabajo para el que fueron contratados.
Francisco Carreño Casal, propietario del cerquero Romina segundo , no sale de su asombro: «Mandáronme catro homes que non saben o que é o mar». Carreño ha tenido que recurrir a las tripulaciones extranjeras porque, ahora, «a xente de aquí non quere ir ao mar. Hai mariñeiros que están no paro e ganan máis que se estiveran embarcados».
La falta de personal obligó al empresario a recurrir a los extranjeros. Después de más de un mes de trámites burocraticos, hace unos días llegaron a Porto do Son cuatro jóvenes para completar la tripulación del Romina Segundo , que en la actualidad está compuesta por ocho marineros.
Desde el primer día que salieron al mar, Carreño ya se percató que los senegaleses no eran del ramo: «Non saben distinguir un xurelo dunha pescadilla», dice. Pero no es su falta de pericia al poner nombre a las especies lo que le da pistas de que sus empleados «non viron o mar na súa vida». Y es que «no barco andan descalzos porque no seu país non usaban zapatos e non rexen as botas de auga», solo uno de ellos sabe nadar, y desconocen los aparejos. Podría ser porque tampoco los usasen en Senegal, pero el armador está convencido de que los trabajadores que le han asignado «son do interior». Por si fuera poco, «ningún deles sabe español». ¿Cómo se entienden, entonces? «Por señas, como vai ser».
Francisco Carreño trasladó el problema al ISM, pero le dijeron que aguantase, «a ver si cambian, pero eu creo que non valen para isto». Lo que más molesta a Francisco Carreño es que llegaron con la documentación en regla y pueden embarcar a pesar de que no tienen ni idea de este trabajo y con los «certificados de competencia». «Aquí o meu fillo non pode ir ao mar, a pesar de que está mais preparado ca min», añade.
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