La internacionalización de redes criminales dotadas cada vez de una mayor sofisticación plantea ineludibles desafíos a los cuerpos policiales, obligados a mantener una activa cooperación para evitar la extensión de las tramas que se benefician de la permeabilidad que puedan presentar las fronteras. La detención en varios países de más de 400 integrantes de una banda de origen rumano, especializada en la clonación de tarjetas de crédito, demuestra tanto la necesidad de avanzar en la cooperación transnacional – en este caso, engrasada en torno a Europol – , como la efectividad que ésta puede suponer en la erradicación del delito organizado. El volumen de arrestados y la envergadura del beneficio que obtenían con sus actividades ilícitas definen con nitidez del perfil de las nuevas tramas, cuya persecución requiere de dotaciones óptimas de medios humanos y materiales.