Descendientes de esclavos reivindican en Brasil las tierras de sus ancestros
El Periodico, , 14-02-2008Quilombo es una palabra de la lengua quimbundú con la que se llamó en Brasil a las zonas donde vivían los esclavos que escapaban del dominio de sus señores. Los quilombos se convirtieron durante los siglos XVII y parte del XVIII en estados dentro del Estado. Llegaron a existir centenares, especialmente en el noreste. Y hoy, parte de sus ancestros reclaman esas tierras al Gobierno.
Cuatro millones de africanos – – el 40% del tráfico mundial esclavista – – llegaron a Brasil mientras fue colonia portuguesa. Huir de las plantaciones fue para muchos un mandato. En los quilombos dejaban de ser propiedad del amo. Se transformaban en quilombolas, miembros de una comunidad que vivía según sus creencias originarias. Hasta que fueron derrotados por Lisboa y los terratenientes. La cabeza de Ganga Zumbí, su último líder, fue expuesta como trofeo.
La lucha de los quilombolas y la misma figura de Zumbi ha sido reivindicada durante décadas. En 1982, Milton Nascimento grabó la Misa de los Quilombos, con textos de del arzobispo de San Félix de Araguaia, el catalán Pere Casaldàliga. La esclavitud, se subraya en el prefacio, es una de las “máximas culpas cristianas”. “Estamos llegando del fondo de la tierra/ Estamos llegando del fondo de la noche/ Somos carne de azote/ Seguimos recordando”, canta el coro en su obertura.
Y como parte de esa memoria, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva puso en marcha un proceso de reconocimiento y posterior titularidad de tierras ocupadas por descendientes de los quilombolas. Actualmente hay 588 trámites de titulación. La Fundación Cultural Palmares asegura podrían llegar a 3.000 los pedidos.
Reforma agraria
El Instituto de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) es el que lleva adelante esta política que apoyan diversas oenegés, y está considerada una reforma agraria de hecho
El Congreso se ha convertido en el campo de batalla donde los grupos conservadores – – incluso algunos aliados del Gobierno – – y portavoces del negocio agroindustrial intentan impedir o restringir al mínimo que las aspiraciones de las comunidades quilombolas se hagan realidad.
A la vez, surgen otros obstáculos.Según el semanario Isto é, la intención de Lula de “reparar inequidades históricas y salvaguardar la riqueza cultural de los descendientes de esclavos derivó en una caricatura”. El presidente afronta una “verdadera industria quilombola” en la que están en juego unas 30 millones de hectáreas, equivalentes a Sao Paulo, el estado más rico del país.
Reivindicaciones justas, como la de Povoado Mesquita, a 30 km de Brasilia, donde 313 familias cultivan caña de azúcar y mandioca, coexisten con actos de “piratería antropológica”, según Isto é. Así las cosas, “basta que alguien se defina como descendiente” para que comience un trámite que “puede concluir con la expropiación de toda un área”, añade el semanario.
El INCRA, según Isto é, pasó por alto si las tierras reclamadas son productivas o tienen otra finalidad. Cita el caso de la Isla de Marambaia, en el estado de Río de Janeiro. Cerca del 70% de un área de 82 kilómetros cuadrados de litoral en poder de la Marina podría pasar a 379 personas que alegan ser parte del árbol genealógico plantado en los quilombos. “Extrañamente, el 21% de ellos se declaran blancos”, ironiza.
Reconocimiento oficial
El Gobierno ha reconocido algunos abusos de los responsables de la demarcación de tierras. Días atrás, en una reunión con el ministro de Seguridad Institucional, el general Jorge Félix, Lula finalmente ordenó revisar la normativa del 2003. El presidente de la Fundación Palmares, Zulu Araújo, acusó al Gobierno de claudicar en favor de los negocios agrarios. “Consideramos estos cambios una actitud racista”, dijo.
“La esclavitud permanecerá por mucho tiempo como la característica nacional de Brasil”. El historiador Joaquim Nabuco lanzó esa amarga profecía a fines del siglo XIX, poco después de que en ese país se aboliera un flagelo que se extendió increíblemente hasta 1888. En el 2003, Caetano Veloso le puso música a ese texto que encabeza el disco Noites do norte.
Nabuco, que era monárquico, creía no obstante que sin una política que revirtiese los daños infligidos a la población negra a lo largo de siglos, la sociedad no tendría posibilidad de cambios.
Lula lo sabe. Y no solo por el tema de los quilombolas. Solo en el 2007, el Ministerio de Trabajo liberó a 5.877 trabajadores que se encontraban en situación de esclavitud en grandes fincas del noreste. En los últimos 12 años se reportaron otros 27.645 casos. El pasado aún acecha tras las cercas.
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