Un barrio que vive enfrentado

La Voz de Galicia, Jaime Velázquez, 14-02-2008

Los vecinos de Monte Porreiro y las familias realojadas se vigilan mutuamente para que nadie dé un paso sin ser visto

Los vecinos de Monte Porreiro y las familias realojadas se vigilan mutuamente para que nadie dé un paso sin ser visto

Los vecinos de Monte Porreiro han demostrado ser más rápidos que un comando de élite de la Guardia Civil. Son capaces de plantar a medio centenar de personas, equipadas con pancartas y consignas en apenas unos minutos.

A las cuatro de la tarde de ayer Televisión Española apareció por el barrio para tratar de tomar imágenes de las familias gitanas realojadas. Al poco tiempo el dispositivo vecinal estaba preparado. El martes sucedió lo mismo con Televisión de Galicia. «Tenemos una persona por edificio que cuando pasa algo nos avisa a todos los pisos», explica una mujer mientras sostiene un cartel con el lema «Todos xuntos loitando contra a droga».

En la misma concentración, unos niños de unos trece años gritan también las consignas. «Estamos faltando al colegio para manifestarnos», reconocen. «¿Hay gente en el segundo piso?», dicen otros. Todos miran al inmueble donde se alojan dos de las tres familias gitanas de O Vao. Un tercero responde. Tiene estudiados ya los movimientos de los realojados. «No, ahora no están. Salen a primera hora de la tarde. Volverán después, más tarde de las doce».

La manifestación continúa mientras los reporteros de la tele entrevistan a los presentes. Las puertas del edificio están abiertas, pero nadie responde a los timbres de las casas. «Pero los del primero están. Tienen las persianas abiertas y se han asomado hace un rato».

En el portal tres niños juegan con unos carteles de la manifestación. Se acercan curiosos a la entrada. «Pero huele bien», dice uno. Se adentran un poco más; oyen ruido en las escaleras. «¡Cuidado que viene el gitano!», dicen riendo. «Este es gitano – señala uno a un tercero – y quiere que se vayan». «Sí», responde.

La mayoría del colectivo gitano, sin embargo, no se encuentra muy a gusto con las demostraciones de fuerza de sus vecinos. Otro chico pasa, mientras los payos se manifiestan, gritando «¡Viva el racismo!». «Yo soy gitano y a mí nunca me trataron así», decía después, tras discutir con una mujer que salió de la concentración. «¿Cómo van a vender al lado del colegio? Tendrían que darles una oportunidad. Si veo a un yonqui entrar en la casa entonces yo también me manifestaré con ellos».

El instituto Luis Seoane está a unos cincuenta metros de la casa de los gitanos de O Vao. Los consellos escolares de los centros educativos se reunieron ayer para abordar el conflicto de Monte Porreiro. Algunos alumnos salen de clase y se unen a la manifestación.

Patrulla silenciosa

Unos jóvenes gitanos aguardan frente al edificio. Oyen a los manifestantes, sin intervenir. «Nosotros no decimos nada. Sin comentarios. La verdad es que ahora la cosa está difícil. Pero imagino que alguna solución habrá». La televisión se va. Los ánimos se calman.

Los jóvenes suben en su coche y se marchan. Vuelven a los quince minutos. Paran y dan una vuelta más. Una patrulla silenciosa. Tan silenciosa como la manifestación que tuvo lugar más tarde y que reunió a doscientos vecinos frente a los pisos de realojo. El gato y el ratón son silenciosos en Monte Porreiro. Y ninguno lleva cascabel.

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