Contra el fanatismo

El Universo, Yolanda de Rojal | rojal@eluniverso.com, 13-02-2008

Brutalidades originadas en el clima de violencia diaria y en las amenazas que pesan sobre la humanidad, guiadas en su mayoría por el fanatismo, son hoy nuestro pan cotidiano. «Una vez que el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable. Son en general los pillos que conducen los fanáticos y que les ponen el puñal en las mano » (Voltaire).

Pero si el mundo empieza a inclinar la cabeza por miedo a los actos fanáticos, nos acercamos peligrosamente a la pérdida de valores establecidos en los que siempre hemos creído, como ser la defensa de la vida, pero numerosos son los que hoy empiezan a tomar decisiones inesperadas. Hace poco leímos que en varias escuelas de Londres se ha excluido de sus programas todo lo que concierne a la Shoa y a Israel, contribuyendo así a la política de negar un hecho que marcó trágicamente la historia de la humanidad. El mayor peligro en este tipo de determinaciones con criterio excluyente es que se transforme en reguero de contaminación que conduce a la perspectiva desalentadora a corto y largo plazo de la pérdida de objetividad y a alimentar el odio en esta nueva generación. Injusta, torpe y antidemocrática fueron los adjetivos usados por la prensa para calificar esta decisión con trasfondo sectario y antisemita.

Guiar a la población infantil, nacionalidades y religiones confundidas a estrechar lazos entre sí, a fin de construir sólidas bases de solidaridad para el mañana, sería lo adecuado, mas, no permitir dividirla a causa de dogmas y creencias que no admiten la diversidad ni los cambios, dejando a unos anclados en el tiempo.

Por otra parte, el lado perverso de la condición humana siempre se manifiesta de una manera u otra para verter su mala fe y descontento. En este caso aludo a los llamados «sin papeles» que van por el mundo en busca de una vida mejor a costa de enormes sacrificios, transformándose así en víctimas propicias del fanatismo racial ignorante con planteos extremistas. Una muestra es la reciente marcha en Madrid para incitar la expulsión de los inmigrantes a quienes numerosos españoles llaman «delincuentes sin papeles». Un grotesco ataque a la dignidad humana.

Pero en este escenario catástrofe surgen de vez en cuando personalidades como la del consejero federal suizo (con rango de ministro) Ueli Leumberger, defensor decidido de los inmigrantes sin papeles, quien recientemente, encabezó en Ginebra un desfile solidario. Presidente de la asociación llamada Colectivo de apoyo a los sin papeles, que reagrupa unas 40 organizaciones, gran parte de su trayectoria política ha sido dedicada a obras de tendencia social. Entre muchas otras, en 1996 creó la l’Universidad Popular Albanesa (UPA), proyecto piloto en el campo de la integración. En su acción proclive para regularizar extranjeros (la mayoría ecuatorianos) puntualizó que él no está a favor de la inmigración clandestina, pero sí en contra de la expulsión de los inmigrantes. «Mis compatriotas deben entender que si se expulsa a estos miles de inmigrantes, la economía suiza sufrirá un fuerte impacto», declaró a Diario EL UNIVERSO. Planteamientos en este campo ya se han hecho a la oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas y a la Organización Internacional de Migraciones (OIM).

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