La Media Columna Francisco Ayala
Más crispación por indiscreciones
El Día, 13-02-2008ANTE el esperpéntico panorama político que están ofreciendo los partidos a los españoles, en el que la crispación perdura en estas vísperas electorales, uno no sabe si recomendar a los líderes de los partidos en litigio que encarguen en una tienda de accesorios para perros una partida de bozales, a la medida de los más peligrosos indiscretos, como, por ejemplo, López Aguilar, el inefable Pepiño Caravico, en el PSOE, y otros abundantes indiscretos en el PP, y que se les obligue a llevarlos puestos cuando participen en toda clase de reuniones donde haya chivatos. O sea, en todas.
Anoche puse al azar una de las infinitas cadenas de TV. Emitía una reunión restringida y parecía familiar, de elementos del PP, que conozco por verlos salir mucho en la pantalla, pero no sé sus nombres y apellidos, ni falta que me hace. Pero las cretineces inoportunas que decía uno de aquellos repompillados señores – que dicen en mi pueblo a los cómodamente sentados – fueron la noticia de la noche en toda España. Sabiendo la sensibilidad que reina en el ambiente, en que se le saca lasca crispante a todo, al mentecato aquel, que es una notable personalidad de las huestes de Rajoy, no se le ocurre decir sino que le jeringaba que en España trabajaran tantos extranjeros, en general emigrantes, como camareros de los bares. Cuando los camareros eran españoles, conocían a todos los clientes habituales. Uno llegaba y le ponían su cortado natural o con leche y leche o un carajito, o un negrito, que dicen en Venezuela, con un chorrito de ron. Y, ahora, con un negro, un moro o un jamaicano tras el mostrador, había que explicarle todo eso. Además se echa de menos la gracia confianzuda del mozo, que preguntaba por la salud de la familia del cliente. En resumen, que los bares no eran los de antes y habían perdido costumbrismo. No parecían bares españoles, y comenzó a recordar a camareros con ingenio y sabiduría que animaban las reuniones.
Pues esas cosas que podían decirse por cualquiera, sin temor a ofender a nadie, porque no se dicen con aviesa intención, levantaron un tsunami en todo Madrid y todo el país, según las críticas que salieron en la pantalla por las diferentes TV. Se acusaba al indiscreto y a todos los miembros destacados del PP, incluido Rajoy, de xenófobos empedernidos enemigos de los emigrantes y extendían la cosa a otros centros de trabajo y hasta a las barriadas ocupadas por inmigrantes hispanoamericanos, los cuales aprovechaban la ocasión para hablar mal del trato que recibían, aunque había excepciones. Y es que en la campaña electoral, más sucia que limpia, que están llevando a cabo los grandes partidos, todo vale.
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