Flavio Carrión y David, su hijo, se levantan todos los días a las seis de la mañana. Cuando todavía no ha amanecido, abandonan su casa de Caravaca y ponen rumbo a Murcia, donde trabajan. Su jornada transcurre lenta y fatigosa entre yeso, ladrillos, pico y pala. En el tajo ven anochecer. Después, rumbo a casa. No llegan nunca antes de las ocho. Reventados, les queda sólo tiempo para cenar algo e irse a la cama. A la mañana siguiente, el despertador marca el comienzo de la misma rutina. Así pasan los días para esta familia ecuatoriana, que lleva nueve años en Murcia. Así viven también miles de inmigrantes en la Región, pasando las horas bajo los invernaderos, subidos a un andamio, fregando escaleras o cuidando a ancianos. Flavio y David reconocen que «es duro», y sonríen entre irónicos y entristecidos cuando se les recuerda que aún hay quien cree que los inmigrantes no trabajan lo suficiente, o que no se integran.

Su presencia sirve para recordar, sin embargo, que la acera que están arreglando estos días en el Camino Viejo de Monteagudo se quedaría con sus socavones si ellos no estuvieran allí. La mayoría de sus compañeros son también inmigrantes. Ahora están preocupados. «Conocemos a gente que se ha quedado en el paro. Hay menos trabajo que antes. Eso se nota, así que ya veremos», cuentan.

Este mes tienen asegurado un sueldo de 1.200 euros por diez horas diarias de trabajo. El mes que viene, sin embargo, no saben qué pasará. David tiene 23 años y desde que vino a Murcia ha tenido siempre trabajo. Empezó, como la mayoría, en el campo. Después, cuando consiguió papeles, se pasó a la construcción. «Es casi más duro que el campo», confiesa. Empezó como marmolista, y ahora está como peon de obra. Su padre, Flavio, ha seguido una evolución laboral parecida. Él sí estuvo en el paro unos meses, pero fue por decisión propia. Aprovechó para ir a Ecuador a ver a la familia. Ahora, sin embargo, es distinto. La amenaza de paro es real, aunque confía en que saldrán adelante. «Esperemos que vayan saliendo cosas», cuenta.

Su problema, como el de tantos otros, es la cualificación. Tiene experiencia. También su hijo. Pero la reconversión para colocarse en una industria o un empleo donde se requiera una formación más específica sería complicada, salvo si se les ofrece una ayuda. Confían en que no sea necesario y que no falte el trabajo. De momento, están contentos en España. «Trabajamos mucho, pero estamos mucho mejor que en nuestro país, allí hay más paro y se paga menos». Pase lo que pase, lucharán para salir adelante.

Matanza en la Peña El Mortero

Fiesta patronal del Colegio de Odontólogos

Juan Morales en los juzgados

Comparecencia del alcalde de Torre Pacheco

I ‘Encuentros para la Convivencia’

II Olimpiada Regional de Biología

Febrero, el mes del amor, ¿qué podemos hacer para celebrarlo? Descúbrelo aquí…

Consulta en nuestro buscador si el modelo de coche que has elegido está exento del nuevo “impuesto verde”.

El pequeño pueblo de los irreductibles galos no sólo persigue a los romanos y los jabalíes. También persigue al amor…

Azahara Ramos, una modelo valenciana ha retado al piloto español Marco Barba a una carrera de karts…

Las celebridades de Hollywood no han podido escapar de la situación económica que vive EE.UU.

La categoría de regalo más buscada por las internautas es la de moda y complementos