Abandonan a su familia por conquistar un sueño

El Universal, María de Jesús Peters, 11-02-2008

ARRIAGA, Chis.— En el albergue Hogar de la Misericordia, ubicado en Arriaga, Chiapas, Keny toma descanso. Él es el migrante más pequeño del lugar; sólo tiene dos meses de nacido y está acompañado de sus padres Kenia, de 16 años, y Genri, de 21 años, originarios de Guatemala.Esta familia guarda reposo temporalmente, para luego continuar su viaje hacia EU en los próximos días. Keny, quien nació el 20 de noviembre de 2007, se enfermó de una infección en la garganta por lo cual el médico recomendó a los padres posponer su viaje.—¿En qué momento decidieron ustedes emigrar con su bebé recién nacido?—La necesidad. Allá en mi país —Guatemala— no se gana bien; yo soy albañil y ganaba sólo 400 quetzales a la semana —alrededor de 600 pesos—, con eso no alcanza para mantener a mi familia, ni pagar renta, además, no siempre hay trabajo —explica Genri.—¿Piensan viajar por ferrocarril? —se le plantea a la pareja.—No sabemos, quizá sí.—¿Cómo ha sido el viaje?—Muy difícil. Hemos caminado rodeando las casetas de migración; sin embargo, en la de Echegaray, ubicada a unos cinco kilómetros de Pijijiapán, nos asaltaron. También hemos aguantado hambre y sed.La travesíaEn este mismo albergue, Lorena Lizet, 29 años, proveniente de San Salvador, recuerda con tristeza el momento en que se despidió de su hija de 13 años, a quien engañó diciéndole que sus jefes de trabajo la enviaban a laborar a EU.—¿Por qué saliste de tu país?—Desde que entró el dólar a El Salvador, en 2001, todo bajó, todo es más barato, la comida, el sueldo. Ganar cinco dólares al día.—¿En qué trabajaba?—De costurera en una maquila, ganaba cinco dólares al día, entraba a trabajar de las siete de la mañana y salía a las seis de la tarde.Tiempo después mi hija entró a la secundaria, no me alcanzaba para pagar la renta, útiles escolares, ropa, calzado, comida…—¿En qué momento decide ir a Estados Unidos?—Desesperada por las deudas, el fin de semana que no trabajaba tenía que salir a lavar y planchar ropa ajena para sacar para los pasajes de la escuela de mi hija, además tenía que pagar un terrenito.—¿Cuándo salió?—El 2 de diciembre.—¿De dónde obtuvo el dinero para el pasaje?—Del aguinaldo de mi trabajo, me pagaron 300 dólares, eso lo ocupaba anteriormente para comprar los útiles escolares de mi hija.—¿Cómo ha sido este viaje?—Me robaron en Tecún Umán, Guatemala, unos policías, les tuve que dar 70 dólares para que no me detuvieran y 30 dólares que pagué para que me cruzaran en las balsas por el río a México.Lizet, quien dejó a su hija al cuidado de su madre, Reina Esperanza Choc, de 50 años, tendrá que viajar en el ferrocarril debido a que no cuenta con recursos económicos para su traslado.—¿Cómo fue la despedida de su hija?—Me abrazó y se puso a llorar, me dijo que me amaba, que no importara que fuéramos pobres pero que no me fuera, que no la dejara, pero su papá tampoco me ayuda. Sólo le dije que se cuidara mucho, que nada más dos años me iba a ir a Estados Unidos y que la amaba, me abrazó y lloramos. Mi mamá no quería que me viniera, pero la pobreza me obligó a irme.Somos nueve hermanos, yo soy la mayor. Mi papá era guerrillero y murió en la guerra de El Salvador en 1989. Mi madre se volvió a juntar con otra persona y lo mataron porque violó a mi hermana.Sólo quiero llegar a Estados Unidos, trabajar y echarle muchas ganas para ayudar a mi mamá y mi hija, y luego regresar.—¿Vale la pena arriesgar la vida por este viaje?—Sí. Porque como dicen en mi tierra, el que no arriesga no gana.—¿Si la deportan de ese país lo volverá a intentar?—Sí. Voy a regresar hasta que llegue y consiga lo que quiero, y si no logro pasar, me quedaré en México. Aunque muchos no nos quieren, nos dicen que somos unas pirujas, que no más venimos a quitarles los maridos a las señoras, pero no es cierto.

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