AQUI / NO HAY PLAYA

Elogio de los chinos

El Mundo, David Torres, 11-02-2008

Según Sax Rohmer, el creador de Fu – Manchú, el mundo se acabaría por culpa del peligro amarillo. Una oleada inmensa de chinos acabaría con la civilización del mismo modo que los bárbaros barrieron el Imperio Romano. Pero ha pasado el tiempo y el peligro amarillo ha llegado ya, y resulta que no era tan peligro ni tan amarillo: miles y miles de chinos viven y trabajan en Madrid, callada, silenciosamente, formando el colectivo de inmigrantes menos conflictivo de todos cuantos pastan en el Foro. En lo único que se parecen los chinos castizos al malvado Fu – Manchú es en que no paran: el despiadado mandarín maquinando la manera de conquistar el mundo y los pobres curritos de supermercados y restaurantes dejándose el alma para llegar a fin de mes e ir saldando las deudas que contrajeron en su día con la mafia que les trajo para acá.


No siento más que simpatía por ese pueblo callado y laborioso que vive, ama, se reproduce y muere detrás del mostrador. Hay niños que crecen vendiendo bolsas de patatas fritas y cartones de leche sin más horizonte que una caja registradora. Hay parejas que cuidan a sus pequeños detrás de una empalizada de chicles y mecheros. Y sí, por desgracia, también están los que mueren al pie del cañón, como esa señora de 49 años que se cruzó en el camino de un hijo de perra con una pistola. Murió el domingo, el día del Señor, el día del descanso, pero, al parecer, ningún día de descanso cuenta para esta raza hecha al sacrificio y al comercio, ni siquiera la fiesta de Fin de Año china que tocaba precisamente ayer. Ningún domingo libre, ningún fin de semana: para que esta gente se venga a vivir y trabajar aquí, cómo deben de estar las cosas en su país.


En los Estados Unidos, los chinos unieron el Este y el Oeste a puro golpe de riñón, colocando traviesas de tren, y del mismo modo están soldando todas las calles huérfanas del Foro: de panadería a panadería, de restaurante a restaurante, de Todo a cien a Todo a cien. Dicen que la comida china tiene un componente de glutamato sódico que, por lo visto, potencia su sabor y que por eso nos hace adictos al arroz tres delicias y al cerdo agridulce, pero yo creo que no. Yo creo que es sudor.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)