Políticos como toreros

Diario Sur, PEDRO VILLALAR, 10-02-2008

LA frase es de Pizarro: «Cañete pudo tener una tarde afortunada o no, como los toreros». El número dos de la lista del PP por Madrid y ex presidente de Endesa se refería a unas desafortunadísimas declaraciones realizadas la víspera por Arias Cañete, ex ministro y actualmente en el secretariado de su partido, sobre la preparación laboral de los emigrantes y su acceso a los servicios sanitarios.

La comparación es voluntariosa y hasta brillante pero el argumento no cuela: el torero, que es un artista, depende en el desarrollo de su faena de un cúmulo de factores entre los que el menos importante no es precisamente la inspiración, esta predisposición del espíritu que, según Picasso, existe pero tiene que cogerte trabajando. O toreando. El político, en cambio, es ante todo un gestor de ideas que ha de ajustarse siempre a la más cartesiana racionalidad aunque le sea permitido a veces envolverla en un velo de emoción o de pasión.

Dicho más claramente, el torero puede tener una mala tarde, y se le disculpa, pero el político no puede decir disparates ningún día de la semana si no quiere que el crédito se le arruine definitivamente y para siempre.

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