Nawal y Nahid acuden a diario a sus clases en el colegio Severo Ochoa. Unas clases que nunca se han interrumpido salvo el pasado mes de octubre, cuando se negaron a acudir a la escuela después de que la dirección del centro decidiera no admitir el uso del hiyab. El caso de estas adolescentes, de 12 y 13 años, copó la atención mediática y puso sobre el tapete el debate entre la discriminación y el no cumplimiento de las normas. Las dos jóvenes siempre han mantenido que usan el velo por decisión propia, sin que el mismo suponga vejación alguna o menosprecio a la mujer. Cuatro meses después y sin la presión mediática de entonces, Nawal y Nahid siguen recorriendo el mismo camino desde sus viviendas del Príncipe hasta el colegio donde cursan estudios. Ambas se han convertido en un símbolo de la supremacía del hiyab contra cualquier normativa contraria a su uso que pretenda imponerse.

A pesar de que el Ministerio de Educación indicó que la entrada de las chicas con el pañuelo iba a ser temporal, la presión de la comunidad musulmana en Ceuta ha sido de tal magnitud que el Ministerio ha desechado la posibilidad de retirarlo, a sabiendas además de que más de la mitad de la población ceutí es de creencia musulmana.