Manual de costumbres para extranjeros

Las Provincias, M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO, 10-02-2008

Una de las cosas que produce admiración cuando se conoce a un inmigrante de Latinoamérica, por ejemplo, de Argentina o de Colombia, es lo bien que habla el español. Evidentemente no todos parecen académicos, como ocurre en nuestro país, pero quienes lo dominan utilizan un español rico, ancestral, cargado de términos y expresiones ya en desuso en la península que, sin embargo, contienen una porción de significado extraordinaria y, por tanto, enriquecen el español que hablamos aquí. Por eso sería una lástima que los inmigrantes se acostumbraran, como nosotros, a destrozar el idioma, a llenarlo de anglicismos o a dejar de cuidarlo. En una palabra, que asumieran la costumbre de no cultivar su forma de expresarse.

Lo mismo puede decirse con quienes usan fórmulas de cortesía olvidadas por estos lares. Quienes dan las gracias, saludan a los vecinos o piden disculpas cuando pisan a un viandante. Es el paso previo para mantener la bonita costumbre, puro civismo, de pedir a sus propios niños que dejen pasar a un anciano por la calle, de levantarse en el autobús para cederle el sitio a una persona mayor que ellos, aunque no sea un anciano, o de acompañar con un “señor” o “señora” las palabras con las que se dirigen a los demás.

Eso por no hablar de la costumbre de cuidar a los más débiles, niños, enfermos y ancianos, y hacerlo, sobre todo, con dulzura, no sólo con el mínimo establecido para cobrar el sueldo. Por supuesto también hay inmigrantes desagradecidos, incívicos, capaces de unir sus malas costumbres a las que aprenden aquí pero no puede negarse que muchos de ellos están aportando a la sociedad española algo más que un aumento del Producto Interior Bruto. Están trayendo valores que se estaban perdiendo o diluyendo: honestidad, ganas de superarse, gratitud, respeto, aprecio por la ancianidad y por la fuerza del entorno familiar… Si nos hicieran a los españoles un examen de todo ello quizás tendríamos problemas para ganarnos la tarjeta de residentes.

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