Mujer, conversa y presidenta
El Mundo, , 06-02-2008Amparo Sánchez se hizo musulmana hace 12 años y es la primera presidenta del Centro Cultural Islámico de Valencia Hace 20 años jamás se habría planteado llevar hiyab (el velo islámico que cubre la cabeza de la mujer) y mucho menos convertirse en la primera mujer que preside una organización islámica en España. Pero el pasado domingo, casi los 300 miembros del Centro Cultural Islámico de Valencia votaron para que Amparo Sánchez (Valencia, 1953) fuera su presidenta durante los próximos dos años.
Poco les importó que Amparo hubiese profesado activamente el cristianismo durante los primeros años de su vida porque finalemente decidió convertirse hace 12 años.
«Siempre tuve muchos recelos del islam. Parecía una religión machista, retrógrada y arcaica, pero estas etiquetas se desplomaron cuando empecé a conocer a musulmanes en persona. No había nada de lo que pensaba y comencé a estudiar el islam», insiste convencida dos días después de su elección.
Madre de dos hijos de su anterior matrimonio, Amparo no duda en defender el derecho de las mujeres a llevar hiyab: «No existe obligación de vestirlo. Y si alguien decide ponérselo es por decisión propia, no cabe prohibirlo porque no supone ninguna agresión. El problema es la libertad que exista en cada país para su uso, no es la religión en sí».
Su apuesta educativa también incide en la libertad de elección después de encontrar lagunas en los conocimientos de sus hijos. «Lo preferible es que hubiese una asignatura de Religión que realizase un repaso de todas las confesiones, que enseñase las principales características de cada una, sin incidir en ninguna. Mis hijos eligieron Etica durante sus estudios y luego no conocían quién era un personaje tan importante como Abraham. Si la asignatura de Religión es así, perfecto; si no, mejor que no se dé ninguna», insiste Sánchez. «Después, cada uno que eduque a sus hijos en función de sus valores y creencias», subraya.
Los valores islámicos de Amparo Sánchez se han forjado a fuerza de lectura y de trabajos sociales. Y es que, desde que abandonó el cristianismo, ya entrada en la treintena, buscó refugio en la atención a los demás.
«Fue a través de estas actividades como ingresé en el Centro Cultural Islámico de Valencia allá por 1996, cuando me convertí. Después, en 1999 entré en la Junta Directiva como vocal y presidenta de la junta de mujeres. Más tarde fui secretaria y, hasta el domingo, vicepresidenta», explica.
Convencida de su nueva fe, peregrinó a la Meca en 1996 y hasta convenció a su madre para que se convirtiera un año antes de morir. «Mi madre estaba encantada con el cambio de confesión. Yo me mostraba mucho más afectiva con ella, como manda el islam, y agradeció el gesto. Al final, acabó por convertirse», cuenta.
Otra cosa son sus hijos que, «como cualquier otro joven de su edad, no se preocupan por la religión. Se dedican más a disfrutar, a salir de fiesta. Cada uno es libre de decidir qué hacer y nosotros no nos metemos en su vida», afirma.
Amparo intenta ahora de regresar a la normalidad después del revuelo que ha causado su nombramiento. Aunque su designación ha cogido por sorpresa a más de uno, a ella no le cuesta aceptarlo: «Mi madre me decía que estaba predestinada a ser musulmana porque nací en el barrio de la Xerea, que proviene de Xaria, la ley islámica».
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