Las tres caras de las remesas
ABC, , 05-02-2008Si la inmigración es uno de los fenómenos que mejor caracterizan a nuestra época, las remesas dinerarias que los inmigrantes envían a sus países de origen es uno de sus aspectos que merece especial consideración. Tres son las caras de este importante fenómeno de nuestro siglo.
La primera de ellas nos descubre que las remesas simbolizan el esfuerzo humano que el inmigrante hace para sustentar a su familia de origen. Desde unas condiciones de vida por lo general muy austeras, la capacidad de ahorro que supone la remesa para mejorar las condiciones de vida de los suyos a miles de kilómetros de distancia es una tarea de colosos que merece toda nuestra admiración. En el fondo subyace una actitud profundamente solidaria; el llegado a la tierra prometida procura que con su esfuerzo la familia participe de su progreso. Si los objetivos del milenio u hoja de ruta trazada por Naciones Unidas tienen en la reducción de la pobreza su corolario final, las remesas suponen una inyección directa y sin contrapartidas para la consecución de este objetivo. En muchos casos percibir doscientos euros puede suponer una salida de la pobreza para tantos y tantos que viven con menos de un dólar al día.
En segundo lugar, la importancia que debe darse a las remesas como magnitud económica global. Las remesas son la principal vía de envío de recursos económicos entre países ricos y pobres. O lo que es lo mismo, la cifra global de remesas giradas supera sensiblemente a toda la ayuda oficial al desarrollo, a los ingresos por turismo o incluso a las inversiones extranjeras en muchos países en vías de desarrollo. El flujo monetario que representan dichos envíos es el principal ingreso en divisas de unos noventa países en el mundo.
Desde España se remiten algo más del tres por ciento de todas las remesas del mundo, lo que supone que nuestro país sea el octavo emisor mundial. Según el Banco de España, el único país subsahariano entre los principales destinatarios de las remesas enviadas desde nuestro país es Senegal. Colombia, Marruecos o Ecuador son tres del resto de los principales países receptores. Un estudio de las Instituciones Comunitarias revela que España es el primer emisor de remesas en la Unión Europea.
A la importancia de estas cifras ha de sumarse la dificultad de su estimación. Los principales organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o Eurostat, coinciden en que las remesas informales o no oficiales pueden llegar a representar a nivel mundial hasta un setenta y cinco por ciento mas que las contabilizadas. En el caso del África subsahariana esto se debe entre otros factores a la debilidad de los sistemas financieros o a su inexistencia. Se considera que las remesas informales que salen de nuestro país suponen entre un diecisiete y un cuarenta y seis por ciento más de las constatadas oficialmente.
Para el esfuerzo que supone el envío de las remesas, el monto de la transferencia sigue siendo el principal obstáculo y preocupación de los emigrantes. A ello contribuyen distintos factores como la comisión de envío o los tipos de cambio. En el caso del África subsahariana el coste es especialmente alto. El importe medio de enviar ciento cincuenta euros a esta región puede estar cuatro puntos por encima del coste de envío a países del Cono Sur americano. En ello influye considerablemente que la mayoría de remesadores autorizados trabajan por ejemplo en Ecuador y apenas un cincuenta por ciento lo hace con algunas zonas de África. Escasos pagadores fiables en destino o falta de jurisdicción fiable en caso de conflicto son alguna de las causas de esta circunstancia. Todos estos factores limitan sensiblemente los envíos y por tanto la contribución que suponen estas transferencias para la erradicación de la pobreza. Se calcula que el coste medio del envío es del quince por ciento. Algunos países han aminorado considerablemente los costes, como los Estados Unidos con respecto a las remesas a México, con una reducción cercana al sesenta por ciento. Este aspecto de las remesas es el más necesitado de transparencia, competencia y de una decidida acción de los poderes públicos y los agentes financieros para facilitar y sacar a la luz el enorme potencial social de estos flujos monetarios.
En tercer lugar, si bien el efecto de la recepción de las remesas por los beneficiarios incide directamente sobre la reducción de la pobreza, mayores dudas ofrece su incidencia en el desarrollo de los países receptores. Esto se debe básicamente al escaso impacto de las remesas en actividades productivas. En caso contrario, es decir, si parte de las remesas incidieran en proyectos de inversión y abaratáramos los costes de envío, se podrían generar miles de puestos de trabajo, generar o fortalecer las clases medias, mitigar la presión migratoria en la vieja Europa, y por tanto evitar el desarraigo de muchos núcleos familiares. Los efectos positivos en el consumo quedan lejos de las mejoras directas en campos como la sanidad o la educación. El papel transformador y productivo de las remesas se debilita por la falta de formación y medios de los beneficiarios así como por la carencia en muchos casos de un sistema financiero capaz de realizar esas inversiones productivas en términos sociales. Hemos de ser capaces de inyectar capacidad emprendedora y sentido productivo al estricto flujo monetario. Esto puede facilitar la opción del retorno para multitud de inmigrantes a sus países de origen, cosa que muchos de ellos demandan, requiriendo para ello acuerdos de doble nacionalidad, visas múltiples o facilidades aduaneras.
Necesitamos por tanto un mayor conocimiento y análisis de las remesas , fuentes y destinatarios y en cualquier caso un compromiso político internacional en esta materia. Esfuerzos por el abaratamiento de los costes de envío, el fomento de la alfabetización bancaria, el incremento de la vinculación entre remesa y microcrédito o inversión, la competitividad entre las agencias remesadoras, la mejora de los aspectos de seguridad y envío, pueden ser una de las más eficaces contribuciones de Occidente a la erradicación de la pobreza en general y a la calidad de vida de nuestros inmigrantes y sus familias en particular.
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