TESTIGO DIRECTO / CHICAGO / CARRERA A LA CASA BLANCA

El reverendo de la discordia

El Mundo, CARLOS FRESNEDA / Enviado especial, 05-02-2008

Jeremiah Wright, curtido en la teología de la liberación negra, atrapó en 1985 con su discurso ‘La audacia de la esperanza’ a un agnóstico Barack Obama, que ahora se distancia prudentemente de su ‘gurú’ Llama pedófilo a Thomas Jefferson y todos los domingos recuerda cómo el padre fundador «violó a una niña negra». Arremete contra George Washington como el esclavista mayor, y mete en el mismo saco a los colonos europeos, y a los periodistas blancos que tergiversan sus palabras. Sin bajarse del púlpito, acusa a Bill Clinton de hacer con los votantes negros «lo mismo que hizo con Monica Lewinsky»… Con todos ustedes, el irreverente Jeremiah Wright, reverendo de la Trinity United Church of Christ y padre espiritual de Barack Obama.


El profundo sur de Chicago ha cambiado lo suyo desde que Obama peregrinó por aquí en su juventud, intentando movilizar a la comunidad negra para salir del pozo de la pobreza. La iglesia del pastor Wright no es ya la humilde casa del señor, sino un lujoso y acristalado santuario, con alfombras rojas, gorilas de seguridad y limusinas en la puerta.


A la calle 95 la han rebautizado como Bulevar Jeremiah Wright, y la barriada es popularmente conocida como Wrightville, en honor al héroe local, 66 años, hijo de un pastor baptista. A punto del jubileo, pide a sus fieles que nunca olviden la consigna fundacional de la iglesia: «¡Negros sin avergonzarse! ¡Cristianos sin pedir disculpas!».


Llegamos al supertemplo a tiempo para la función de tarde, que coincide con la Superbowl pero no importa. El Pastor tiene más tirón que los Patriots, y un millar de fieles – en su mayoría mujeres – vienen a escuchar el sermón, precedido por la comunión de los recién convertidos a la iglesia (y van ya más de 8.000).


Allá por 1985, Barack Obama pasó por el mismo trance. Como él mismo escribe en Sueños de mi padre, se encontraba en un «callejón sin salida espiritual», y su encuentro con el reverendo Wright fue como una luz al final del túnel. Más de uno le previno contra las arengas radicales y afrocéntricas del pastor, curtido en la teología de la liberación negra. Pero Obama quedó atrapado en sus redes tras escuchar un poderoso sermón: «La audacia de la esperanza».


El candidato afroamericano recuerda cómo lloró en aquel rito iniciático, a ritmo de gospel y en un delirio de palmas, aleluyas y gracias a Jesús… Durante 20 años fue fiel a la llamada dominical del pastor Wright, y a él acudió en el momento de la decisión suprema. «Preséntate a las presidenciales, pero no cambies», le dijo.


Barack Obama estuvo presente en espíritu durante el incendiario sermón del domingo. Decenas de fieles acudieron a misa con las chapitas de su campaña en los vestidos y en las solapas, pero el aspirante presidencial faltó a cita. Prefirió la Superbowl a la hostia plastificada con zumo de arándanos (el cuerpo y la sangre).


Jeremiah Wright invocó al ausente, la parroquia aplaudió a rabiar y el coro atacó con el Happy Days. «En la cita del martes, votad pronto y votad a menudo», dijo con sorna el pastor.


Y Jeremiah, impecablemente trajeado, pierde definitivamente la compostura. Se remonta a las penurias de los esclavos, recuerda la «violación» de Thomas Jefferson. Llama poco menos que racistas a quienes le acusan y defiende el buen nombre Louis Farrakhan, el controvertido líder de la Nación del islam.


Defiende también a Jimmy Carter y Desmond Tutú por enarbolar los derechos de los palestinos contra la «ocupación» de Israel, y lanza su anatema contra los periodistas al servicio de las grandes corporaciones.


Ahora entendemos la perdonable ausencia de Barack Obama, que llegó a invitar a Jeremiah Wright para su bautismo como candidato presidencial, pero al final decidió borrarle de la lista. El miembro más destacado de la congregración lleva meses sin ocupar su banco y marcando las distancias con su mentor espiritual.«El mensaje [del pastor] que más resuena en mí es que hable con la verdad y que intente ser fiel mí mismo, que no me pierda en la nebulosa de la fama y de la política», explicaba.


Intentamos hablar con el pastor Wright tras el sermón. No hay manera. Hablamos con parroquianos como Gregory – «rezo todas las noches por que Barack sea presidente» – y con las hermanas Geneva y Loraine – «todos le conocemos y le queremos aquí, ya lo creo». Una de las cuatro hijas del reverendo interrumpe la charla y nos obliga a salir del templo. «Los de seguridad os están vigilando», advierten. ¡Puerta!


Afuera, una espectacular tormenta de nieve lo cubre todo de un tinte aún más surrealista. A falta de un testimonio del reverendo Wright, en el momento de su jubileo, nos conformamos con los que declaró a Der Spiegel: «No creo que Barack pueda ser presidente…a menos que consiga a nivel nacional lo que consiguió a nivel local: conquistar el corazón y la mente de la gente perennemente antinegra. El racismo está muy arraigado en este país, y él sigue siendo un hombre negro».

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