Falta de servicios y oportunidades de ocio y poco empleo o estacional vacían pueblos pequeños
La Voz de Galicia, 03-02-2008El peso de los varones inmigrantes se deja sentir en municipios prósperos como Burela, con muchos africanos, peruanos o asiáticos enrolados en la flota pesquera. O en las calles de Viveiro, donde grupos numerosos de marineros indonesios llenan algunas calles cuando los barcos amarran por Navidad.
Pero el caso de municipios interiores como Monfero, que lleva años por debajo en mujeres empadronadas, es distinto. Las chicas aparecen empadronadas en ciudades como Compostela, con 6.000 mujeres más que hombres, en Vigo (14.000 por encima de los varones) o Lugo (7.000 más). Carmen Rodríguez, secretaria en Galicia de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, reconoce que, a pesar de los esfuerzos en formación y gestión de ayudas, «é difícil vivir no rural, non hai oportunidades de traballo e por iso moitas familias novas vanse ás cidades, e son as mulleres as que en última instancia toman a decisión». En los pueblos quedan menos mujeres, y las que no se van engrosan el sector más envejecido.
El trabajo estacional y «no pagado», tasas de paro que casi doblan a las de los varones (tienen un más difícil enganche laboral a la empresa o explotación familiar), la falta de reconocimiento social, falta de servicios de todo tipo y de oportunidades de ocio y estrechez de las relaciones sociales pintan un panorama que para muchas resulta muy poco atractivo. El turismo rural o la artesanía no siempre llena.
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