'VICTOR' / Policía denunciante

«En una ciudad con 'narcos', perseguíamos a niños de cinco años»

El Mundo, RAFAEL J. ALVAREZ, 03-02-2008

Víctor (nombre figurado) es uno de los tres policías locales que denunciaron las detenciones y expulsiones de niños desamparados. Diez años después confiesa haber sufrido tanto que jura que jamás volverá a denunciar nada.


Pregunta. – ¿Qué hacían ustedes con los menores?


Respuesta. – Los perseguíamos y los metíamos en un furgón para llevarlos a la frontera. El furgón era cerrado. Tenía 32 orificios del tamaño de un meñique. Se usaba para llevar material incautado: pescado, verdura o motos. No tenía asientos en la parte de atrás. A veces llegamos a meter a 12 personas, niños y adultos mezclados.


P. – ¿Por qué denunciaron?


R. – Si nuestros superiores hubieran dialogado se habría resuelto, pero nos negamos a seguir haciéndolo y nos dijeron que nos íbamos a joder. La cosa era irregular y nos iba a costar el empleo. En una ciudad con narcos y pijos en cochazos a su bola, nosotros perseguíamos pobres de entre cinco y 12 años que no delinquían. Pero venían las elecciones y había que limpiar Ceuta. Y el único papel que presentábamos a la Policía Nacional de la frontera llevaba nuestra firma. Si a los niños les pasaba algo, los responsables éramos nosotros.


P. – ¿Quién daba la orden?


R. – El delegado del Gobierno. Y la ejecutaba la Jefatura de Policía.


P. – ¿Había, además, un grupo parapolicial?


R. – Sí. No eran policías, sino gente de una empresa financiada por el Ayun – tamiento. Iban uniformados como policías y era difícil distinguirlos de nosotros.


P. – ¿Qué represalias sufrieron por denunciarlo todo?


R. – Nos suspendieron de empleo y sueldo. Nos enviaron a destinos como el cementerio. Nos cronometraban el desayuno. Hubo amenazas telefónicas. Lo peor fue que nuestras familias fueron mar – cadas socialmente. Eramos los que ayudábamos a los moros. Por cumplir la ley sufrió mi familia. Ja – más volveré a denunciar nada.


P. – ¿Qué espera del juicio?


R. – Que se depuren responsabilidades y se reconozca que teníamos razón.

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