Desalojan en Valladolid un piso en el que vivían 30 rumanos hacinados Los inquilinos mataban animales en la vivienda y los colgaban del patio de luces

ABC, 02-02-2008

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VALLADOLID. La Policía Municipal de Valladolid desalojó ayer un «piso patera», situado en la calle Hornija de la capital, en el que residía cerca de una treintena de inquilinos de nacionalidad rumana en condiciones de total insalubridad.

El desalojo se produjo el pasado jueves cuando el matrimonio octogenario que vivía justo debajo tuvo que abandonar su vivienda porque era insegura y el techo de algunas de sus habitaciones se había llegado a caer por debido a las continuas filtraciones que se habían producido.

Los ciudadanos rumanos abandonaron sobre 10.30 horas de ayer su piso, ubicado en el tercero E del bloque número 4 de la calle Hornija de la capital, portando colchones, bolsas y diferentes enseres personales ante la atenta mirada de los vecinos del edificio y de la Policía Municipal, que posteriormente se encargó de precintar la vivienda.

Indignados y desamparados

De este modo, finalizaba la situación vivida por los vecinos del inmueble que se mostraron indignados y desamparados ante la situación que venían viviendo desde hace meses .

«Estamos hasta las mismísimas narices porque estas personas vienen a otro país y no respetan las mínimas normas de convivencia», afirmó la vecina del tercero, Encarnación Alonso, quién, en declaraciones a Ep, enumeró algunos de los hechos que les han llevado a soportar lo indecible.

Así, Alonso señaló que los rumanos «colgaban cochinos por la ventana, los descuartizaban y la sangre resbalaba por la pared del patio de luces». Asimismo, la vecina incidió en que arrojaban todo tipo de basura por el patio como «compresas, pañales y preservativos».

En este sentido, la vecina del inmueble hizo hincapié en que se han dirigido a ellos en numerosas ocasiones para tratar de solucionar el problema y, la única respuesta que obtenían de los ciudadanos rumanos era la de: «No entender, no hablar! ».

Del mismo modo, la inquilina del segundo mostró su indignación ante la marcha del matrimonio octogenario, que tuvo que abandonar su vivienda porque no era segura y además habían llegado a un punto en el que les estaba afectado psicológicamente».

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