«No soy una inmigrante, soy un paquete que alguien trajo aquí»

ABC, 02-02-2008

DAVID MORÁN

BARCELONA. Llegó a Cataluña cuando tenía ocho años, a los 17 ganó un concurso literario comarcal con un relato sobre la violación de una marroquí y con apenas 28 acaba de ganar el Premio de las Letras Catalanas Ramon Llull, galardón que, con 90.000 euros, presume de ser el mejor dotado en lengua catalana. «La única cosa de valor es el tiempo, y el premio me permite comprar tiempo para dedicarme a escribir», sentencia Najat el Hachmi, a quien si algo le ha faltado en las últimas horas ha sido precisamente tiempo.

Asegura que sólo ha dormido una hora, consecuencia directa del aluvión de preguntas que, desde que se hizo público el fallo del jurado, han intentado colarse por las rendijas de la obra ganadora, «L´últim patriarca», para extraer la biografía de esta joven escritora nacida en Nador (Marruecos), crecida en la población barcelonesa de Vic y con estudios de Filología Árabe por la Universidad de Barcelona. La tentación es tan grande que en casi toda la prensa se podía encontrar ayer su nombre emparedado entre las palabras inmigrante y marroquí, algo que le sorprende y le lleva a protestar. «No soy inmigrante. En realidad soy un paquete que alguien decidió llevar de un sitio a otro. Yo me considero plenamente catalana», asegura.

Tanto es así que, además de debutar literariamente hace tres años con un libro titulado «Jo també soc catalana», Najat el Hachmi se apresura en asegurar que el conflicto generacional y tradicional que retrata en «L´últim patriarca», novela que describe el desencuentro entre una joven marroquí criada en la Cataluña interior y su padre, no es exclusivo de la inmigración. Característico, quizá, pero no exclusivo. «La figura patriarcal la podemos encontrar en cualquier sociedad, pero en un contexto en el que el padre es de un origen lejano y la hija está más asentada en la sociedad que la rodea, lo que sucede es que se asocia el origen no sólo con la figura paterna, sino también con toda la cultura de origen. Es un choque que se vive como una ruptura cultural», explica.

Aún así y a pesar de que las más que evidentes conexiones autobiográficas – «de no ser así, la novela estaría muerta», apunta – y de cómo maneja ambas cargas culturales, lo último que quiere Najat el Hachmi es verse convertida en el epítome de la integración. Llegó a Vic siendo una cría, fue escolarizada en catalán y, aunque sigue hablando con sus padres en el amazing del Rif, lo más normal es que acabase escribiendo en catalán. Así de sencillo. Ni estandartes multiculturales ni banderas en pro de la integración, palabras que, por otro lado, no le dicen nada. «Se han utilizado muchísimo, demasiado», relativiza.

De hecho, la autora de «L´últim patriarca» reconoce que si de algo le ha servido la escritura ha sido para dar forma unitaria a «todos los fragmentos que integran los diferentes mundos» que la acompañan. «La literatura permite esta reconciliación de partes que pueden parecer irreconciliables», explica.

Será por eso que, antes que escritora inmigrada o abanderada del cambio de testigo en la literatura catalana, Najat el Hachmi aspira a convertirse en escritora. Así, a secas. «Los personajes de Zadie Smith, por ejemplo, son cien por cien británicos. Lo que se cuenta en esos libros es la realidad de los barrios ingleses, y el origen de la autora queda en segundo plano. Todo viene por la novedad temática», ilustra.

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