El delegado del Gobierno en Canarias, José Segura Clavell, criticó ayer duramente a todos aquellos que «desde distintos foros» hicieron de la inmigración durante estos años un «fenómeno negativo», con mensajes apocalípticos que aludían a «una invasión» de inmigrantes «que traen enfermedades y vienen a quitarnos el trabajo». Lo que ocurre es «una crisis humanitaria, en la que hubo días que cayuco tras cayuco alcanzaban las costas canarias hasta un millar de personas, que no son ni chatarra ni material radioactivo». Para Segura, lo mejor de que esas personas desembarcaran en Canarias era la satisfacción de que no hubieran muerto en la mar, «una cifra, la de los fallecidos en el océano, que nunca se llegará a conocer». Y agradeció su esfuerzo por salvar vidas a los miembros de la Armada, la Guardia Civil y Salvamento Marítimo, y a los agentes de la Policía Nacional que «una vez en tierra se hacen cargo de esta gente». Un trabajo que nunca ha sido valorado por las instituciones canarias, dijo. Ni el de los agentes, ni el del Gobierno central, «cuya acción no tiene precedentes en las relaciones con los países africanos». Y a pesar de mostrarse duro con «la actitud de algunos representantes políticos de las Islas», no olvidó elogiar la labor de organismos autónomos como el Servicio Canario de Salud, «que siempre ha dado la talla y con el que la coordinación ha sido ejemplar». El Gobierno canario se ha definido en materia de inmigración, valoró, y «dejo algunos comentarios de determinados responsables políticos para que sean los ciudadanos los que hagan sus valoraciones».