Kader, grafitero

"Sin la cultura hip-hop, yo no estaría aquí"

Tengo 32 años. Nací en el barrio chino de Barcelona, crecí internado en los Llars Mundet y hoy vivo en Parets. Soy grafitero. Soy empleado de la aseguradora DKV. Vivo con mi pareja y tenemos un hijo, Erik Said (3), y esperamos otro, Iker Eddine. Soy de izquierdas y ateo

La Vanguardia, VÍCTOR-M. AMELA, 24-01-2008

¿Desde cuándo pinta?

Desde los 13 años. Por entonces D yo era breaker en la plaza Universitat.

¿Bailaba breakdance?

Sí, mi hermano mayor introdujo aquí ese baile, con su grupo del Paral · lel. Se exhibían en Universitat. ¡Le admirábamos mucho, era nuestro ídolo!

¿Breakdance y grafiti van juntos?

Son formas de la cultura hip-hop, que arranca en Manhattan a finales de los años 60, y que llegó aquí en los 80. Originariamente, una cultura vandálica.

¿Vandálica en qué sentido?

Se trataba de bombardear la ciudad con tags, pompas, flops, vomitados…O sea, con firmas, con signos que identifican a su autor. El que más señales hacía ¡ganaba!

¿Y no importaba dónde?

Vagones de tren y de metro, túneles, muros, paredes, fachadas de casas, postes…, ¡por todos lados! Por eso era cultura vandálica.

¿Ha hecho pintadas así?

Al principio, sí. En cierta estación de metro al aire libre fuimos bombardeando un vagón tras otro, a medida que iban saliendo…

¿Y ahora?

Me gusta que me inviten a pintar un muro, hacerlo en lugares que no incomoden a nadie. Si ve una pintada junto a un portal, ha sido un chavalín, un novato… ¡La caga!

¿Es el recuso del pobre, del marginal?

Es un modo de expresar el descontento con un sistema de cosas. Sin la cultura hip-hop, quizá yo no estaría aquí.

¿Dónde estaría?

Por esas calles, drogado, tirado, robando, en la cárcel o muerto.

¿Por qué?

En la escuela sólo aprendí de castigos y expulsiones. Y si me he culturizado un poquito ha sido por el interés por el hip-hop, que me llevó a querer informarme, a leer. ¡El hip-hop me ha dado media vida!

¿Qué hacía usted por la calle?

Mala vida, malas compañías… ¡Yo era el Kader del Raval, chico! Me había ganado el respeto de todos a golpes. Llegaba a una discoteca y se apartaban, entraba gratis. Sólo sobrevivían los duros. Y yo lo era.

Lo del Kader es árabe, ¿no?

Abdelkader el Khayati es mi nombre completo. Mis padres vivían en una barraca en Larache y emigraron al barrio chino de Barcelona en los años 70. Aquí nací.

¿Es de los primeros marroquíes aquí?

Sí. Cuando yo era chaval, el único Abdelkader del Raval era yo. ¡Ahora está lleno!

¿Ha sentido el racismo?

Es muy sutil. No te dan trabajo, te caen palos, notas que no encajas…

¿Cómo ve a los jóvenes inmigrantes?

Me veo a mí mismo. Jóvenes confusos, que se sienten rechazados, que buscan su lugar y no lo encuentran, que están al filo de la exclusión… ¡Por eso creo que el hip-hop puede ayudarles!

¿Qué fue lo que más le dañó a usted?

A mí, la mili: me partió. Cuando ya estaba encarrilado y tenía algún trabajo… me enviaron a la mili. Y allí sufrí las peores humillaciones de mi vida: me trataron como a una mierda, esclavizado como un criado… No olvido al sargento Mijoler, la peor persona que he conocido nunca…

Le afectó mucho aquello, veo…

Volví rabioso, muy confuso, no le veía ya sentido a nada, decepcionado. Volví superrevolucionado… y entonces sí me lié mucho… Estuve muy enganchado al hachís…

¿Y cómo logró salir de todo eso?

Un accidente de moto me salvó. Es raro, ¿eh? Un salvaje me arrolló con su coche y se fugó, en la calle Rio de Janeiro. Un bombero que salía de trabajar me hizo la traqueotomía. Él me salvó la vida. ¡Cuánto me gustaría agradecérselo! Pero no le encuentro…

¿Y por qué dice que el accidente le salvó?

Es que yo era físicamente muy cotizado entre las nenas, era el amo del barrio, de la noche… Y el accidente me inutilizó el brazo izquierdo, me arruinó un pulmón…

Y dejó de ser el jefe del cotarro…

Dejé la calle, me encerré en mi casa, no quise ver a nadie. Caí en una depresión profunda, intenté suicidarme… En ese estado, una persona me escuchó y me dio cariño.

¿Quién?

Laura. Es hoy mi mujer. Es la persona que más admiro. Por ella y por nuestro hijito dejé el hachís, ¡y eso que yo estaba muy viciado, me estaba a matando día a día…!

¿Qué tal se encuentra ahora?

¡Estoy de coña! A través de la Fundació Èxit he encontrado empleo, y trabajo.

¿A qué le gustaría dedicarse?

A organizar eventos relacionados con la cultura hip-hop. Para la Fundació Èxit organicé el Hip Hop Festival 2006: reuní a 72 artistas hip-hop de toda España, cantantes, dj, grafiteros, breakdancers… ¡Fue un éxito!

Es un mundo que a veces asusta un poco.

El de Estados Unidos, sí. Allí hay gente, como 50 cent., que proclama “hazte rico o muere” y que lanza vídeos violentos, fomenta la figura del tío chulo y chungo. Pero aquí nuestro mensaje es de crítica social, de autosuperación, de que puedes hacer una vida normal mediante el hip-hop.

Y usted sirve como ejemplo, ¿no?

Sí, y yo sería feliz si pudiera explicar esto a todos los jóvenes en riesgo de exclusión. Es lo que más me gustaría. Ojalá alguien lo hubiese hecho conmigo… Pero tengo poco tiempo libre, tengo que ir a trabajar…

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