ASESINATO EN ALCALA / LA ESCENA DEL SUCESO

Tierra quemada para un crimen

El Mundo, MARIA LUISA TORIBIO, 24-01-2008

Un puñado de monedas carbonizadas y los restos de una cazadora vaquera señalaban ayer el sitio en el que murió la joven rumana asesinada por su ex pareja en Alcalá, un descampado lleno de desperdicios y preservativos usados Ya podía salir Alcalá de Henares en las noticias por otros asuntos, no por los asesinatos», comentaba ayer por la mañana un taxista, en su paso por la calle de los Libreros, en pleno corazón de la localidad. «La verdad es que esto empieza a dar miedo. Es el segundo asesinato en pocos días», apuntaba.


El hombre se refería a la muerte de un mujer española de 44 años y a la de su hijo de 11 a manos de su pareja. El crimen ocurrió en el hogar el pasado 17 de enero. Pero también, y sobre todo, el chófer hacía alusión al asesinato de una joven rumana de 22 años que fue quemada la víspera en un descampado a las afueras de la ciudad, en el Camino Viejo de Camarma.


Allí, fuera ya de la tranquila cotidianeidad del núcleo urbano – idas y venidas, compras ajetreadas, tráfico denso pero poco apresurado, gente que aprovechaba la tregua del frío para pasear con calma envuelta en una temperatura más propia del mes de abril que de enero – el día se volvía oscuro. Seguía haciendo sol, y calor, pero la mirada se nublaba al contemplar las huellas que los sucesos de la noche anterior dejaron en el suelo.


La ruta al lugar del crimen


Desde la vía asfaltada parte un camino embarrado, lleno de charcos al principio. Desde ahí es fácil coger un desvío. Este conduce a un caminito bordeado de almendros que debió ser bonito alguna vez, antes de que la sordidez se quedara a vivir en él. En la tierra se hunden los surcos paralelos que dejan las ruedas de los coches que transitan por ahí. A los lados, entre los árboles, se dispersan las armas del amor a diestro y siniestro: condones usados, envoltorios rasgados, restos de papeles, envases de comida descoloridos ya…


Y ahí, en la tierra degradada, es dónde quedaron los restos de los últimos momentos de la chica que murió quemada después de que su acompañante la rociara con una sustancia inflamable y la prendiera fuego. Un pedazo de la manga de una cazadora vaquera, algunos jirones de tela carbonizados, varias monedas ennegrecidas por el fuego y un paquete de Marlboro a medio quemar, se distribuían desordenadamente en el suelo sobre una mancha negra, del color de la tierra abrasada.


Mientras, el cuerpo de la chica yacía en el tanatorio Jardín de Alcalá de Henares sin que nadie hubiera preguntado por ella o, al parecer, la hubiera echado de menos. «He hablado casi media hora con el cónsul y nadie ha preguntado por ella ni ha hecho ninguna gestión», aseguraba el presidente de la Asociación Cultural de Ayuda a la Integración del Pueblo Rumano de Alcalá, Gheorghe Gainar. «En este tipo de situaciones lo normal es que alguien se ponga en contacto con el Consulado. Si no viene ningún apoderado, ¿a quién vamos a entregar el cadáver?», se preguntaba.


La víctima se llamaba Alexandra y era prostituta. Quizá por eso, por encontrarse sus conocidos en una situación parecida a la suya, nadie la ha reclamado. El presunto asesino, Constantin, había sido su novio. Una relación que puede explicar la presencia de ambos en la zona donde fue encontrado el cuerpo. Un miembro de la Policía Local aclaraba que el lugar no se caracteriza, precisamente, por el ejercicio de la prostitución. Se trata, más bien, de un sitio apartado «al que acuden parejas» en busca de intimidad.


El presunto asesino es rumano también y tiene 20 años. Vivía cerca del lugar de los hechos, en la calle de Pío Baroja, una vía agradable de edificaciones nuevas. Allí, en la barriada de Los Espartales, la jornada se vivía con normalidad. «Los rumanos tienen su vida. Son muy independientes», señalaba un vecino de la zona.


EL RECHAZO DE TODA UNA CIUDAD


La repulsa social por el asesinato de la joven rumana se condensó ayer en dos puntos: el Ayuntamiento de Alcalá de Henares y la Asamblea de Madrid. A la primera concentración, que comenzó al mediodía, acudieron el alcalde de la localidad, Bartolomé González (PP), y el rector de la Universidad de Alcalá, Virgilio Zapatero. También estuvieron presentes los representantes de las asociaciones culturales Juan Ramón Jiménez/Lucian Blaga y Ayuda a la Integración del Pueblo Rumano. Unos 200 alcalaínos homenajearon asimismo a su vecina fallecida con los cinco minutos de silencio que duró el encuentro. En Madrid, la presidenta de la Asamblea, Elvira Rodríguez, y representantes de todos los grupos parlamentarios, guardaron también ese lapso de respeto por esta nueva muerte causada por la violencia de género.

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