Los candidatos demócratas aterrizan en el Sur, feudo republicano, reclamando el mensaje del líder

El legado del doctor King

La Vanguardia, , 22-01-2008

MARC BASSETS – Columbia (Carolina S.) Corresponsal

“Es una vergüenza para el estado y la nación”, dice un joven afroamericano de la bandera confederada
En los jardines del Capitolio de Columbia, la capital de Carolina de Sur, hay estatuas y monolitos dedicados a generales y políticos que combatieron con el sur esclavista en la guerra civil. Delante de las escalinatas del edificio del Senado y la Cámara de Representantes estatales, entre palmeras enanas – símbolo de este estado-, cuelga una bandera confederada, cuyas connotaciones racistas la convierten en un insulto para muchos afroamericanos.

“La sacaremos de aquí. Aunque necesitemos quince años, o más, para conseguirlo. También fueron necesarios quince años para que el cumpleaños de Martin Luther King fuese fiesta nacional”, dijo ayer, ante una multitud concentrada delante del Capitolio, el reverendo Nelson Rivers, dirigente de la NAACP, la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color.

El día Martin Luther King, el día dedicado en todo el país a recordar al reverendo King, héroe de los derechos civiles asesinado en 1968, tuvo ayer un aroma particular. Un aroma electoral. El carrusel de las primarias para la nominación demócrata a la Casa Blanca ha desembarcado en Carolina del Sur. El sábado los simpatizantes demócratas están convocados a elegir entre los senadores Barack Obama y Hillary Clinton, y el ex senador John Edwards.

Los tres asistieron ayer al acto “por la justicia y la dignidad” organizado por la NAACP. Los tres reclamaron el legado del doctor King, como le llaman aquí. Los tres extrajeron la misma lección: la lucha por la igualdad de los años es un acicate, una muestra de que el cambio sigue siendo necesario y posible.

“Cambio”: el eslogan de Obama, hijo de una blanca de Kansas y un negro de Kenia, impregna todos los discursos políticos en esta campaña. “Necesitamos una política de la esperanza, no del miedo. Éste era el mensaje del doctor King”, dijo el senador por Illinois, que aspira a convertirse en el primer presidente afroamericano. Más pragmática, menos visionaria, la ex primera dama Clinton dijo: “Si el doctor King pudo, nosotros podemos. Acabaremos el trabajo que él empezó”.

El sur es territorio hostil para los demócratas desde que en los años sesenta impulsaron la legislación para acabar con la segregación. Desde entonces, los únicos presidentes demócratas han sido sureños: Lyndon B. Johnson, Jimmy Carter y Bill Clinton.

El acto de ayer era institucional y ningún candidato pidió el voto. Los tres se disputan el favor de los afroamericanos en Carolina de Sur, donde representan en torno al 30% de la población. El público era mayoritariamente negro. Cuando Obama apareció en escena, se oyeron gritos de entusiasmo más propios de una estrella de rock que de un político. Pero las pancartas estaban divididas entre ambos favoritos, el primer negro y la primera mujer.

“Me gusta más Hillary. ¡Girl power!(Poder para las chicas)”, decía una adolescente afroamericana sin edad para votar. “Prefiero a Obama”, replicaba Charles Eaddy, informático de 28 años, también negro. “Me siento orgulloso de que sea afroamericano, pero si no lo fuese también le votaría. Lo votaré por sus ideas”.

¿Y la bandera confederada? “Es una vergüenza para el estado y la nación. Debería estar en el museo”, responde Eaddy.

Ningún candidato, sin embargo, habló de ella. Para muchos, de hecho, ya es eso: una pieza de museo, “un trozo de tela”, en palabras de una maestra jubilada y veterana de la lucha por los derechos civiles en Carolina del Sur. “Para mis nietos ya no simboliza nada. Y a mí me da igual – añadió-. Ahora disfruto de los derechos que me da la Constitución como cualquier otra persona”.

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