La manifestación racista contra la inmigración reúne sólo a 180 'ultras'

El País, J. S. DEL M. / A. J. B., 21-01-2008

La manifestación racista contra la inmigración organizada por el partido ultraderechista Democracia Nacional esperaba convocar ayer a cerca de 1.000 seguidores; en realidad, reunió a menos de 180. Aun así, la calificaron de “éxito”. Se reunieron en la calle de José Abascal, enfrente del Ministerio de Asuntos Sociales. El lugar de arranque no era casual. Una de las consignas más coreadas fue “Las ayudas sociales, para los nacionales”.

Antes de empezar, el líder del partido, Manuel Canduela, explicó el motivo de la marcha: “Hay una relación causa – efecto entre inmigración y delincuencia”. Mientras Canduela hablaba, un manifestante de mediana edad, con una banderita preconstitucional en la solapa de la chaqueta, asentía: “¡Sí, señor, eso es!”. Después, él mismo, que dijo llamarse Jesús, dio su versión: “No toda la inmigración es la culpable, pero mucha sí. Hay muchos delincuentes y otros que vienen a vivir del Estado. Esto no es fascismo. Esto es… ¡amar a España!”.

La marcha había sido prohibida el lunes pasado por la Delegación de Gobierno por considerarla, además de peligrosa, racista y xenófoba. Una posterior sentencia del Tribunal Superior de Justicia la permitió.

Un considerable despliegue policial acompañó la manifestación, que discurrió, sin incidentes, entre las calles de José Abascal y Santa Engracia, acabando en la plaza de Chamberí. Tampoco hubo presencia de grupos antifascistas.

Unos individuos de la organización, con gafas de sol, camisa blanca, pantalones oscuros, botas militares, pinganillo en la oreja y aspecto intimidante hicieron de servicio de orden.

La mayoría de los asistentes eran jóvenes. Portaban banderas de España, sin escudo preconstitucional, y de su partido. Coreaban todos las mismas consignas, las que soltaba un sujeto con un megáfono, del tipo “Esta es nuestra tierra; hay que defenderla”. Los paseantes que salían a la calle de Santa Engracia y se topaban con la marcha ponían, en su gran mayoría, cara de estupefacción. Aún más cuando oían eso de “No nos mires, únete”. Nadie se les unió. Una señora se limitó a decir en voz no demasiado alta: “Menos mal que son cuatro. Ya nadie se acuerda de que nosotros también fuimos inmigrantes”.

En un momento de la marcha, mientras los participantes chillaban “delincuentes, expulsión” acertó a pasar Wendy, una chica ecuatoriana. Al verles, aceleró. “Llevo aquí seis años y no he hecho nunca nada a estas personas. ¿Por qué están entonces contra mí?”, se preguntó.

Al llegar a la plaza de Chamberí, tres jóvenes que se encontraban en un ático, uno con una camiseta del Che Guevara, desplegaron una pancarta pacifista. La policía los vio y les indicó por señas que la quitaran a fin de no provocar a los ultras. Luego tomó la palabra el líder del partido. Rodeado de individuos con gorras pintadas con la bandera de España, volvió a incidir, a gritos, en la falta de seguridad.

“¡Estamos hartos de que a nuestros niños les peguen en los parques! Ha tenido que pasarle a un famoso [en relación al asalto del chalé de José Luis Moreno] para que nos enteremos de lo que pasa. ¿Y cuántos viejecitos han tenido que morir antes sin que nadie les hiciera ni caso?”, exclamó. Luego llamó “escoria” a los Lating King y a otros grupos de inmigrantes, calificó de “éxito” la convocatoria y dio por terminada la marcha.

Alguien gritó luego “¡Viva España!” varias veces, plegaron las banderas y se fueron.

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