Comentario de el día

La Palma merece más el puerto Schengen

El Día, 19-01-2008

EL PUERTO DE Santa Cruz de La Palma va a obtener en breve la categoría de fronterizo dentro del llamado “espacio Schengen”, es decir, aquel al que pertenecen los países de la Unión Europea que permiten a sus ciudadanos transitar libremente entre ellos sin trámites. El anuncio de esta novedad la hizo hace unos días el delegado de Gobierno central en Canarias, José Segura, y todos podemos congratularnos del avance que supondrá para La Palma poder recibir a los pasajeros extranjeros de cruceros y aviones directamente, sin que antes tengan que cruzar otra aduana española. Ahora bien, no hay que olvidar, dando la vuelta al refrán, que, aunque la dicha llega, lo hace tarde, pues otra isla no capitalina del Archipiélago, Lanzarote, disfruta desde hace tiempo de una frontera Schengen sin reunir para ellos más méritos que La Palma. La “isla corazón”, como la llamara el poeta, ha sido relegada en su continua reivindicación. Porque la también conocida como isla bonita tiene los suficientes atractivos naturales para el turismo extranjero como para merecer más diligencia por parte de las autoridades estatales. Sus bellezas naturales, que la han convertido en un paraíso para los aficionados al senderismo y al parapente, sus instalaciones del Roque de los Muchachos, constantemente visitadas por científicos de todo el mundo, merecían ser tenidas en cuenta más que el aliciente de los volcanes, creemos nosotros, a la hora de facilitar la entrada a los extranjeros. Pero así son las cosas en Canarias. Para Madrid, la provincia tinerfeña y sus islas siempre tienen que ceder el paso a Las Palmas.

Por cierto, el citado delegado del Gobierno deja su puesto y hay una lucha soterrada por su sucesión. Al respecto diremos que tememos lo que pueda pasar, porque algún dirigente político interesado en cubrir ese puesto con un comisario político suyo puede causar verdaderos estragos si se sale con la suya. Irrumpió en Canarias, procedente de la Península, envuelto en la polémica y acompañado de la policía y los jueces; malos síntomas para controlar un puesto, el de delegado de Gobierno, que exige moderación y talante conciliador, condiciones que sí reúne su actual titular. En cambio, quien aspira a colocar ahí a su “peón” está haciendo gala de todo lo contrario y nos tememos que esa oficina, en vez de tener carácter civil, algún día pueda parecerse más a un despacho de la Gestapo.

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