El sueño de los subsaharianos de emigrar a Canarias se desvanece en el Aaiún
El Día, , 18-01-2008El fiscal del Rey en El Aaiún, Ahmed Elbaz, manifestó que ha cambiado el tipo de persona que arriesga su vida y bienes por cruzar en patera al Archipiélago canario: “al principio eran jóvenes y niños, pero ahora son informáticos, ingenieros, matemáticos y profesionales”.
Cientos de subsaharianos que pretenden alcanzar Canarias y que fuerzas marroquíes detienen en el Sáhara Occidental ven desaparecer su sueño de emigrar mientras esperan su extradición en un centro de El Aaiún.
Ahora acaba de llegar una treintena, pero apenas dejarán rastro y en poco más de un mes serán devueltos a sus países de origen, después de ser llevados hasta el borde del desierto por mafias en manos de las cuales madres senegalesas o malienses ponen a sus hijos para alejarles de la miseria.
Una antigua escuela hace las veces de centro de estancia temporal de los detenidos – varios miles durante el año 2007 – en la capital de este territorio con administración de Marruecos, pero la treintena de ilegales senegaleses que alojó antes de la llegada del nuevo grupo ya fueron devueltos hace pocos días a su país.
Habitualmente, y después de un juicio rápido, las autoridades marroquíes suelen proceder a la extradición de los subsaharianos a sus países de origen.
Los detenidos esta semana – de cuya permanencia en el centro las autoridades informan después de haber indicado pocas horas antes que el lugar estaba vacío – aguardan ahora una extradición que se demorará no más de un mes.
Entre ocho mil y casi diez mil, según diversas fuentes, fueron los inmigrantes a los que la gendarmería marroquí consiguió frustrar en 2007 los intentos de llegar a las cercanas Islas Canarias, pero puede que hayan sido sólo una mínima parte de los que se lanzan al mar desde la larga costa atlántica sahariana.
2.431 detenidos
Las autoridades marroquíes en El Aaiún aseguran que no disponen de cifras globales para ese año y sólo aportan las de los “candidatos a la emigración clandestina”, como se les denomina oficialmente, detenidos en la provincia: un total de 2.431, entre los cuales había 202 marroquíes.
El fiscal del Rey en El Aaiún, Ahmed Elbaz, tan sólo se aventura a afirmar que “la impresión es que ha habido una disminución” en el total de detenciones y también agrega a modo de justificación por la falta de datos definitivos: “es imposible controlar toda esta inmensa costa”.
“Son sólo un tercio del total” de los que lo intentan, asegura por su parte Talib Mohamed, profesor y miembro del Observatorio Civil de la Inmigración y del Desarrollo (OCID), organismo marroquí que analiza las tendencias, composición y perfiles de los inmigrantes que pretenden abandonar el continente.
“Hay una regresión, las cifras (de detenidos) han disminuido (con relación a años anteriores) a causa de las patrullas conjuntas” entre fuerzas de la gendarmería marroquí y de la Guardia Civil española, manifestó Mohamed.
Lo que ha cambiado es el tipo de persona que arriesga su vida y bienes por cruzar a las Islas: “al principio eran jóvenes y niños, ahora son informáticos, ingenieros, matemáticos y profesionales. También hay familias”, añadió Mohamed.
El observatorio, comenta, cuenta con el apoyo de universidades europeas como la de Lausana (Suiza) en sus labores de investigación de la inmigración subsahariana, y forma parte de un organismo oficial marroquí, el Consejo Real Consultivo de Asuntos del Sáhara.
Pero Abdellah Elhairach ve las cosas de otro modo: como miembro de una asociación de ayuda humanitaria a los detenidos subsaharianos, opina que en los últimos meses a él y a sus compañeros les ha aumentado la tarea.
“En 2007 asistimos a 1.500 personas sólo en El Aaiún y a unas 400 en Dajla (sur del Sáhara Occidental)”, afirma, e insiste en que su trabajo es únicamente humanitario y que “ahora viene más gente que antes” a los dos centros de detención instalados, no de manera permanente, en esas dos ciudades de este territorio.
“Aquí la intervención de la asociación es muy acentuada, porque en El Aaiún sí hay cooperación y se les atiende en buenas condiciones, pero fuera no sabemos lo que ocurre”, agrega Elhairach, quien agradece la cooperación de las autoridades y no tanto la falta de información de la gendarmería marroquí.
En algunas ocasiones la ayuda a los detenidos ha tenido que ser introducida en el centro a través de las rejas que tapan las ventanas de la escuela, una instalación de una planta con un patio de tierra y pintada con el característico tono ocre de los edificios de El Aaiún.
Su asociación, “Sur, Migración y Desarrollo” reconoce que hay casos en los que recibe noticias de naufragios y detenciones de inmigrantes casi únicamente a través de ONG extranjeras que mantienen contactos o presencia en la zona.
“Lo que más me impresiona – cuenta Elhairach de su experiencia en las regiones de origen de los inmigrantes – es ver cómo las madres buscan dinero para que sus hijos se marchen y el problema es que, cuando uno fija su objetivo en Europa, o se consigue trabajo, o se vuelve muerto”.
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