La Bienal Martínez Guerricabeitia se ha distinguido desde su creación, en 1990, por su compromiso con la temática social. En la edición de este año, que ayer por la tarde se inauguró en el Museo de la Ciudad, los movimientos migratorios se alzan como la temática de las 20 obras que hasta el próximo 2 de marzo se pueden visitar en el museo de la Plaza del Arzobispo.

Bajo el título Immigració, emigració cinco críticos y cinco galeristas (de los diez, cuatro son valencianos) han seleccionado veinte piezas que abordan este problema social en formatos muy diversos: desde la plástica tradicional hasta el Net – Art, pasando por el audiovisual y la fotografía. Una vez clausurada la exposición, el Patronato decidirá la adquisición de una o más obras para incrementar los fondos de la colección cedida por el empresario valenciano Jesús Martínez Guerricabeitia – quien no pudo asistir ayer al acto de presentación por problemas de salud – a la Universitat de València en 1999.

Aitor Lara, Rorro Berjano, Jaume García Antón, Manuel Bouzo, Jon Mikel Euba, Adri Juli, Juande Jarillo, Alejandro Vidal, Susana Talayero, Juan Pérez Agirregoikoa, Alexander Apóstol, Isaac Montoya, Magdalena Correa, Eugenio Ampudia, Ignacio París, Martín López, Lluís Vives, Santiago Ortiz, Jesús Segura y Salomé Cuesta/Bárbaro Miyares son los creadores elegidos para esta IX edición.

Como complemento a la exposición, la Filmoteca se suma este año a las actividades y programará, del 18 de enero al 24 de febrero, un ciclo de películas relacionadas con el desarraigo. Los filmes se proyectarán en el IVAM. Serán Rocco y sus hermanos, La piel quemada, Todos nos llamamos Alí, la valenciana Agua con sal (que se proyectará mañana mismo y a la que asistirá el propio director), Padre nuestro y 14 kilómetros.

El catedrático de la Universitat de València e hijo de Jesús Martínez Guerricabeitia, José Pedro Martínez García, recalcó el “compromiso social” mantenido siempre por su padre y aseguró que el tema de la inmigración “es uno de los que más le afecta personalmente, ya que él tuvo que exiliarse de España en los años 50”. Finalmente, ahondó en la importante labor de un patronato que él mismo se atrevió a calificar de “chiquitito pero matón” porque hace “mucho con poco”.