TACA, orgullo nacional o monopolio, y Corte Suprema
La Prensa Gráfica, , 16-01-2008San Salvador era un pueblecito donde eran desconocidos los supermercados, los grandes almacenes por departamentos y las autopistas urbanas. Por eso me deslumbraron la cadena de Safeway, la tienda J.C. Pennys y la Bayshore Avenue, entre otras maravillas, como el puente Golden Gate, el parque homónimo y su famoso zoológico.
Me sucedió de todo. En el Safeway cercano a mi casa, las uvas que eran raras en El Salvador y costaban la fortuna de un colón la libra, valían cinco de dólar el kilogramo. Un día me comí tres kilos de un tirón, y me indigesté al grado de aborrecerlas por años. Un automóvil me atropelló en la concurridísima Mission St. y me perdí en el Pennys. Salí bien librado gracias a la oportuna intervención de mis hermanos, que ya se las arreglaban en inglés.
La impresión más profunda me la dejó TACA. A mis escasos años, me sorprendía que un país tan pequeño tuviese su propia línea aérea. Volé en un bimotor con filas de dos asientos a cada lado. Las turbulencias lo agitaban como coctelera. En una, mi madre salió disparada hacia arriba; afortunadamente, porque de permanecer sentada habría derramado sobre el pasajero de adelante, la singular bebida que le dio guácala al primer sorbo. Era Cola que servida por las stewardess (que ya veía subyugantes a mi temprana edad), en un vasito de plástico para nosotros desconocido, la creyó café. En la abatible bandeja en la que nos sirvieron la comida de muñecas había unas bolsitas con polvo blanco que pensó era azúcar; pero era sal, que nunca habíamos visto tan refinada. Cola con sal era un brebaje peculiar, por cuya preparación pasé largo tiempo haciéndole burla.
La admiración por TACA me acompaña hasta hoy y no la empañan las acusaciones que se le hacen, por ejemplo, haberse aprovechado cuando era la única en volar a San Salvador durante el conflicto o la de ser un monopolio extranjero. La primera tiene su explicación; la segunda es falsa. A pesar de cualesquiera díceres, la considero un modelo de empresa bien administrada, con habilidad y mucha prudencia, virtud gerencial cumbre. Grande y significativa prueba de esta es haber hasta hoy hecho su propio edificio, mientras otros en los umbrales del éxito económico se construyen faraónicas sedes, que en algún caso los han llevado a la quiebra.
La inauguración del mismo, dicho sea de paso, dio lugar a un mal entendido que le ha causado daño. Invitado a presidir la ceremonia era el presidente Saca, quien a último minuto estuvo imposibilitado de asistir. Estando la vicepresidenta fuera del país, lo sustituyó Elías Bahaia, primer designado, quien se hallaba entre los convidados.
Por error, se tuvo la impresión de que cortó la cinta Agustín García Calderón, presidente de la Corte Suprema, lo cual se le ha criticado acerbamente, porque habría dejado entrever simpatías especiales para la empresa, mientras en el máximo tribunal está pendiente un litigio donde aquella es parte.
Sobre ese juicio se ha querido armar un escándalo exagerado y desencaminado, el cual resultaría útil e interesante aclarar.
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