Los inmigrantes de raza negra son los que se sienten más discriminados en la CAV

La mayoría de los de origen rumano considera que la sociedad vasca les trata con indiferencia o desconfianza.

Deia, Arantza Rodríguez, 14-01-2008

bilbao. “Hay inmigrantes que llegan a Euskadi y en una semana tienen mayores oportunidades que un negro que lleva aquí veinte años y que, además, ha aprendido euskera”. Convencido de que “el color de la piel sigue siendo fundamental en Europa para progresar”, el presidente de la Federación panafricana de comunidades negras del Estado español, Abuy Nfubea, no se muestra sorprendido por el rechazo que, según la última encuesta realizada por Ikuspegi, perciben sus compatriotas en la CAV.

comunidad negra
“Es una bomba de relojería”

“Es una bomba de relojería porque esas personas tienen hijos de segunda o tercera generación y dentro de diez años va a pasar lo que pasó en Francia. Saben que va a llegar un tipo de Rumania o Bulgaria y va a tener más oportunidades que ellos por más vascos que sean y eso mina la autoestima de los jóvenes negros. Es muy frustrante y muy peligroso también para la propia sociedad”, advierte Abuy Nfubea, al tiempo que reclama “programas específicos de integración y apoyo a la comunidad negra porque está en una situación muy precaria”.

Aunque la mayoría de los extranjeros que residen en la CAV están “bastante satisfechos” con su vida, no se sienten discriminados y consideran que los vascos les tratan con amabilidad, las personas originarias de Senegal y África negra son las que, alejadas de la media, perciben un mayor rechazo. De hecho, tal y como se desprende del sondeo elaborado por el Observatorio Vasco de la Inmigración entre 3.101 ciudadanos de catorce nacionalidades, más de la mitad de las personas de raza negra se han sentido discriminadas al menos una vez por parte de la sociedad vasca. “La imagen de los negros está en la historia y es la que es. Llega la gente de Argentina, huyendo del corralito, y llegan los negros, huyendo de las guerras en África, y el trato es muy diferente”, denuncia el presidente de la Federación panafricana.

Además del “agravio comparativo” que dicen sufrir con respecto a otros inmigrantes, los negros “hablar de personas de color es tratar de evitar con eufemismos entrar en la cuestión real”, señala también son víctimas de otros prejuicios. Así, a pesar de que los subsaharianos soportan la tasa más alta de paro entre la población extranjera, cifrada en un 46,7%, son a los que más se les acusa, junto a los senegaleses, de quitar trabajo a los vascos o aprovecharse de las ayudas sociales. “Eso es porque no se han hecho campañas adecuadas contra el racismo. Se relaciona a los negros con la invasión, son vistos como una amenaza, aunque luego son los que menos acceso tienen a los programas. En la tele sólo salen las pateras. Sin embargo, todos los días llegan aviones de otros países y nadie habla de eso”, censura Nfubea, para quien estas “desigualdades” son percibidas “por la propia gente que viene de fuera”.

argentinos
“Bien recibidos por los lazos”

Sabiéndose una privilegiada, por la buena acogida que en la CAV se dispensa a sus paisanos, Stella Maris García, vicepresidenta de la Asociación Argentina en el País Vasco, Arvas, confirma la impresión del portavoz de la comunidad negra en el Estado. “Nos llama la atención el nivel de prejuicio que todavía hay sobre ciertos colectivos, como el africano. Hay mucha reticencia en aceptarles, más allá de la diferencia de piel, como personas”, critica.

Conocedora de que el 60% de los argentinos jamás se ha sentido rechazado y el 82% ha sido tratado con amabilidad, Stella Maris García atribuye este buen recibimiento a “los lazos que tenemos con el País Vasco, a nuestro buen nivel formativo y nuestro aspecto europeizado”. “La impresión es de cercanía tanto por vínculos familiares como históricos. Cada vez que uno evoca o dice que es de Argentina cambia la actitud. Somos muy bien recibidos y estamos en ventaja incluso con respecto a otros colectivos latinoamericanos”, reconoce.

rumanos
“No se sienten integrados”

La otra cara de la moneda, frente a los bienvenidos argentinos, la ofrecen los rumanos, el colectivo que se siente menos satisfecho con su vida y menos integrado en la CAV. “La mayoría trabajamos y pagamos impuestos, pero hay otros que vienen a pedir o vender metal y no se sienten integrados”, diferencia Nicu Denisov, presidente de la asociación rumana Decebal. Quizá por culpa de esa minoría, buena parte de sus paisanos se sienten tratados con indiferencia y desconfianza. Un hecho que Denisov traslada al terreno laboral. “Mi mujer ha trabajado 17 años de bióloga en Rumanía y aquí se queja sólo puede limpiar”.

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