CAMBIOS DEMOGRÁFICOS, LOS VASCOS SE ECHAN AL MONTE

El éxodo a la periferia arranca en los 80, quince años más tarde que en el mundo anglosajón

El Correo, 13-01-2008

Euskadi no para quieta. Y sigue las pautas de todo el mundo posindustrial: el éxodo hacia la periferia es imparable desde hace más de 20 años. Se huye de las aglomeraciones, el estrés, la polución, la inseguridad ciudadana y unos precios que andan por las nubes. Aunque a veces se acabe igualando el valor del metro cuadrado, la calidad de vida es un ‘plus’ que no se paga con dinero. Es lo que piensan los nuevos vecinos de localidades como Garai, Markina, Salvatierra, Orio, Irura…



GARAI

«La furgoneta nos trae el pan y el periódico»

Entre 2006 y 2007, Garai es el pueblo que ha experimentado el mayor incremento de población en Vizcaya: 10,75%. Ha pasado de 279 a 309 empadronados. «Llevo aquí dos años y soy feliz. Estoy a cinco minutos de Durango, con una casa de 240 metros cuadrados, cuatro plantas y unas vistas espectaculares…», detalla con orgullo Rosa Mari del Bosque, en la terraza de su adosado, donde cultiva tomates cherry y guindillas. Tiene dos hijos, de cinco y once años, que corretean de aquí para allá, y salen a la calle sin pedir permiso. No hay peligro. Una preocupación menos. A Rosa Mari nunca le han gustado los riesgos: «Para meternos en esto, vendimos el piso de Durango por 240.963 euros. El chalé nos salió por 409.638 y ¿ahora se venden por 632.530!». Justo a tiempo.

Con 33 años ya puede respirar tranquila. Trabaja como ayudante de la limpieza, su marido es empleado en una empresa de estampaciones y este verano se irán de vacaciones a Italia «para visitar Roma, Venecia y Palermo». En Garai, se cargan las pilas con sólo respirar. «El aire es purísimo. ¿Una gozada! De verdad, para mí es un sueño hecho realidad. Siempre quise marcharme de Durango a Garai o Zaldibar. ¿Merece la pena! Los fines de semana nos vamos al monte y volvemos como nuevos». No echan de menos ni la panadería… «Aquí te apañas muy bien. Todos los días viene una furgoneta con el pan y el periódico. ¿Para qué quieres más?». Rosa Mari sólo tienen ojos para las ventajas. Hace dos años, un adosado en Durango les hubiera salido 602.409 euros. Y ahora rondan los 692.771.

UPV

De las capitales, sólo la de Álava aumenta su población

Las cifras cantan, tal como observó hace seis años Roberto Torres, profesor e investigador del Departamento de Geografía de la UPV: «Ya entonces, en un trabajo que hice para mi tesis doctoral, comprobé que el crecimiento es especialmente significativo en los municipios con menos de 2.500 habitantes; y en el caso opuesto están los grandes municipios de entre 40.000 y 100.000». De las capitales, sólo Vitoria ha aumentado su población: tiene 1.916 empadronados más, según el último periodo computado por el Eustat (2006 – 2007). Por el contrario, Bilbao pierde 977, y San Sebastián, 218.

Entre las localidades que más menguan en el País Vasco se encuentran Portugalete ( – 732), Getxo ( – 581), Basauri ( – 376), Sestao ( – 318), Santurtzi ( – 226), Ondarroa ( – 205), Arrasate/Mondragón ( – 196) y Galdakao ( – 191); en Álava sólo es reseñable Llodio, con un descenso de 81 vecinos. La saturación urbanística, el precio del metro cuadrado y una tasa de natalidad bastante exigua contribuyten a una sangría demográfica de los núcleos urbanos mitigada por la inmigración internacional, que aterriza donde tiene más oportunidades de encontrar trabajo.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Euskadi es una de las comunidades autónomas donde se ha detectado un mayor incremento de empadronados extranjeros entre 2006 y 2007: un 14,69%, sólo superado por Melilla (30,36%), Castilla – La Mancha (19,72%) y Aragón (17,30%). Ahora bien, la población foránea apenas supone el 4,6% del total de habitantes, muy lejos del porcentaje nacional: en España, la tasa de inmigrantes es del 9,9% – la más alta de Europa desde el año pasado – , por delante de Francia y Alemania.

MARKINA

Por el mismo precio, un caserío en Portugal

Los inmigrantes representan una mínima parte de la población vasca que, no obstante, en algunos municipios como Markina ya se hace notar. Al igual que muchos ondarreses, ellos también se han desplazado en masa a este enclave – a 40 minutos de Bilbao, por autopista – , que ofrece tres servicios de autobús y unos precios muy competitivos en materia de vivienda. Un piso semi – nuevo de 80 metros cuadrados cuesta alrededor de 271.084 euros, 90.361 menos que en Ondarroa.

En el pueblo no les extrañaría que «el padrón se duplique como quiere el alcalde», suelta Bego Irazabal, acodada en el mostrador de la tienda de ropa infantil Udane. Ganas parece que no faltan La dueña del local es su hija, Aintzane Argoitia, y el local luce el nombre de la nieta, de dos años. Entre 2006 y 2007, Markina aumentó en 101 empadronados y se situó en 4.676 habitantes. Hay un buen montón de críos de todos lo colores en el pueblo – «hasta dos gemelitos negros» – y la tendencia va en alza.

La comunidad senegalesa y subsahariana que arribó por mar a Ondarroa se ha extendido hasta Markina – también es llamativa en Berriatua – y ha echado raíces. «Normal que se vengan. ¿Como todo el mundo! Allí en la costa no hay sitio donde construir, los precios son muy altos, no se puede aparcar y lo nuevo que han hecho es casa sobre casa…», lamenta Aintzane, con la pequeña en brazos. De acuerdo con los datos del Observatorio Vasco de Inmigración, la tasa de extranjeros en estas dos poblaciones superaba el 7% en 2006. Algunos como Ilidio Cabreira también se animan a dejar atrás el alquiler: nacido cerca de Oporto, tiene el espíritu emprendedor de Magallanes, que se fue a dar la vuelta al mundo contra viento y marea. «Salí de casa con 18 años, he trabajado en España e Inglaterra, y desde hace tres años estoy en Markina. Trabajo en un polígono industrial y mi mujer en una fábrica de gomas. Mi cuñado fue el primero en venir ».

Ahora, con 25 años, tiene piso, coche, una niña de quince meses, otro crío que nacerá en mayo y no le pesan «nada» las responsabilidades. «Mi juventud ya pasó, ahora lo primero es la familia». Eso sí, de vez en cuando, se acuerda del «caserío» de tres plantas que podía haberse comprado en Portugal por el mismo precio de la casa de Markina. «Por 80 metros cuadrados, voy a tener que pagar 180.722. La vivienda no es nueva y está bien. ¿Pero no es un caserío!».

SALVATIERRA

«Mis hijos me matan si volvemos a Vitoria»

La estampida hacia los municipios más abarcables, retirados del mundanal ruido, es una tónica en el mundo anglosajón desde la década de los 70. En Euskadi se empezó a notar esta tendencia unos quince años más tarde, y todavía no se percibe un cambio de tornas. «En los países donde comenzó primero este fenómeno, hay bastante gente que ha decidido volver a la ciudad», advierte Roberto Torres, profesor e investigador del Departamento de Geografía de la UPV. Sobre todo cuando se tienen niños, puede resultar difícil adaptarse. Cada vez se ven más ofertas de empleo en Euskadi que solicitan los servicios de ‘canguros’ en zonas rurales.

Sea como sea, habitualmente se cuenta con dos bazas importantes: o el municipio dispone de todos los servicios básicos (colegio, médico, farmacia, tiendas…), o bien las comunicaciones permiten desplazarse en menos de quince minutos a una localidad que los tenga. A la hora de mudarse, los pueblos sin estos requisitos se descartan enseguida; los parajes alejados de la civilización no seducen al personal. «Yo tenía claro que no me iba a ir de Vitoria a un ‘pueblo – pueblo’. No lo hubiera aguantado», reconoce Ibon Txurruka, de 33 años, operario de una empresa aeronáutica y vecino de Salvatierra desde el pasado verano. Consiguió una vivienda de protección oficial de 77 metros cuadrados por 108.433 euros. «Y en la capital, rondaban los 150.602». Está encantado, aunque su novia no se decida a acompañarle. «¿Es mucho trajín! Vive en Vitoria, trabaja en Bilbao y tener que venir hasta aquí…». Son veinte minutos por autovía.

Arantza Beobide, de 43 años, lleva casi una década en este mismo municipio, también en una vivienda de protección oficial (un adosado unifamiliar de 90 metros cuadrados), y ni se le pasa por la cabeza regresar a Vitoria: «Más que nada porque mis hijos me matarían, aquí están muy a gusto, pueden jugar hasta las once de la noche en la calle y eso es un verdadero lujo, como el monte que veo desde la ventana…». Salvatierra ha aumentado en 190 empadronados según los últimos datos del Eustat, sólo detrás de la capital alavesa (1.916) y Amurrio (247). Dio el salto de 4.217 a 4.407, lo que se traduce en un incremento del 4, 51%.

ORIO

«Aquí compra casa gente de Zarautz, Donosti y Tolosa»

Jon Redondo es remero de la San Nikolas de Orio, además de alcalde de su pueblo. Asumió el mando del consistorio en mayo pasado y no para, igual que el ritmo de construcción que ha hecho de Orio un panorama con gancho para vecinos de Zarautz y San Sebastián, además de tolosarras a la caza de segunda residencia. Aunque los precios ya no sean una bicoca (el metro cuadrado cuesta casi 6.024 euros), son muchos los que aprovecharon la oportunidad cuando aún resultaba algo más barato. «Hay 100 viviendas vendidas en primera línea de la playa y otras 200, que estarán para el verano de 2009», detalla Jon Redondo. Las parejas jóvenes con niños abarrotan los parques y le rompen los esquemas al primer edil: «Vamos a tener que ampliar un centro escolar que se hizo hace sólo dos años, algo increíble y estupendo para el pueblo, yo todavía no me lo creo».

Orio ganó 144 habitantes en 2006, de ahí que alcanzara los 4.839; y no hay visos de que vaya a retroceder. Tampoco lo hace nada mal el pueblo de Irura – a 20 minutos de San Sebastián y menos de cinco de Tolosa – , que ya entre 1991 y 2001 descollaba como uno de los municipios vascos donde más viviendas se habían edificado, después de la localidad alavesa de Elburgo. Según los últimos datos del Eustat, Irura tiene 1.270 empadronados, con 77 vecinos nuevos, la mayoría de Tolosa, Billabona, Lasarte y Andoain. «Se vende muy bien allí. Irura está muy majo», se felicitan las agencias inmobiliarias.

FUTURO DE NÚCLEOS URBANOS

Los inmigrantes presionarán para adquirir una casa

El modelo se repite – recalca Víctor Urrutia, catedrático de Sociología de la UPV – «aquí, en Barcelona, en Madrid y en toda España». Los aledaños de las grandes ciudades se cotizan por dos factores fundamentales: la mejora de los ejes de comunicación y un suelo, en principio, más barato. Pero queda, sin embargo, una incógnita por despejar: ¿quiénes comprarán principalmente en los núcleos urbanos? Víctor Urrutia tiene entonces la respuesta rápida: «Yo creo que los miles de inmigrantes serán los que presionen más. Es una masa que necesita vivienda, y tarde o temprano la adquirirá. Lo mismo ocurrió hace cuarenta años con la emigración del campo a la ciudad. Nuestros padres acabaron comprándose el piso y tuvieron la capacidad de ahorro para pagarlo durante 25 años. No cabe duda, algunas dinámicas sociales no cambian».

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