Rescatados 88 inmigrantes, tres de ellos muertos, en aguas de Canarias
El País, , 13-01-2008La tripulación del buque Luz de Mar de Salvamento Marítimo rescató a 88 inmigrantes africanos que navegaban en un cayuco rumbo a las islas Canarias. Un mercante se topó con ellos a 90 millas (unos 162 kilómetros) de distancia de la isla de Gran Canaria y comunicó por radio el hallazgo.
La tripulación efectuó el transbordo de todos los ocupantes, ya en plena oscuridad con vientos de 27 kilómetros por hora, y, al filo de la medianoche, enfiló al puerto de Los Cristianos (en Tenerife), donde atracó a las siete de la mañana de ayer, sábado. En total, se trataba de un grupo integrado por 88 africanos, entre ellos tres fallecidos, seis mujeres, una bebé lactante y cinco posibles menores.
“Nos habían comunicado que venían muy débiles, pero no esperábamos los tres cadáveres”, reconoció Juan Antonio Corujo, de la oficina autonómica de Cruz Roja. “Cuando aparecen muertos, el impacto entre los efectivos de rescate es tremendo; se hace un enorme silencio y te quedas mucho más machacado anímicamente”, reconoce Corujo. “Pueden venir 10 embarcaciones seguidas con 500 inmigrantes que se atienden perfectamente, pero cuando llegan sin vida… eso lo cambia todo”, añade el representante de Cruz Roja.
Los 85 supervivientes estaban tan débiles que la mayoría descendió del buque de Salvamento Marítimo en camillas, sillas de ruedas o en brazos de los efectivos de Cruz Roja que habían acudido a asistirles.
De ellos, dos fueron evacuados a hospitales de la isla, uno por hipotermia severa y otro con una gran contusión en la rodilla, posiblemente rota. Aullaba desesperadamente de dolor. Sus compañeros venían llenos de magulladuras, golpes, quemaduras solares y tantas rozaduras y llagas que apenas tenían un centímetro de piel sano.
Además de rehidratarlos, abrigarlos y suministrarles ropa limpia, todos recibieron suero en los ojos. “Si no hubieran tenido tanta comida y agua en la embarcación, habrían fallecido; les salvó ser tan previsores”, añadió Corujo. Aún mayor fue el impacto de rescatar a una lactante, acompañada de su madre, una joven de entre 19 y 21 años. “Es la cara y la cruz en el mismo instante”, reflexionó el portavoz de la ONG.
La criatura descendió como un ángel, vestida de blanco, abrigada con una manta roja, serena, erguida, los pies desnudos pero suaves, con unos ojazos abiertos al mundo y dos enormes zarcillos de oro. Así entró en la carpa de Cruz Roja, de la que salió riendo, enseñando sus primeros dientes de leche, con un muñeco en las manos y vestida como cualquier chiquillo del Bronx, con vaqueros, sudadera celeste, calcetines y zapatillas deportivas rosadas.
“La pequeña sobrevivió porque la sentaron en medio del cayuco, a salvo del agua y el frío; todos la protegieron y se sacrificaron por ella, de forma sensible y solidaria”, interpreta Juan Antonio Corujo.
Los inmigrantes ofrecieron distintas versiones sobre el número de días de navegación, lo que aumenta las sospechas de que el cayuco hizo escalas en distintos puntos de la costa africana.
“Por el estado tan débil en que han llegado, como mínimo han estado siete días en alta mar”, afirmó Corujo. Otros apuntan que pudieron estar 12 días navegando.
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