Apenas un 3% de las 1.820 prostitutas que ejercen en Euskadi ofrecen sexo en la calle
Los 210 pisos y los clubes absorben ya la casi totalidad de este negocio, según el informe presentado por Emakunde
El Correo, , 10-01-2008«Al terminar los estudios de Secundaria no encontré trabajo y mis padres no tenían dinero para mantenerme». «Cuando murió mi padre no recibimos ninguna ayuda, por eso tuve que ponerme a trabajar en esto, obligada por un préstamo que debíamos al Banco de Perú». Las historias que se esconden detrás de las mujeres que venden sexo son de lo más variopintas, a la vez que desgarradoras, si bien el denominador común es casi siempre económico. Un total de 1.820 mujeres ejercen la prostitución en el País Vasco, de las que la mitad reside en Vizcaya. Pese que en los últimos cinco años el número de prostitutas casi no ha variado apenas se ha visto incrementado en un 2% lo que ha evolucionado es el modo de ofrecer este servicio. Sólo un 3% de las mujeres que practican esta actividad se mantiene aún en la calle. Los pisos y los clubes absorben ya casi la totalidad de este negocio, según un informe presentado ayer por Emakunde.
La seguridad, la higiene y el precio por servicio son los tres factores que influyen a la hora de abandonar las esquinas y parques. Prueba de ello es que la prostitución en la calle ha disminuido un 68% con respecto a 2002: ha pasado de 160 mujeres a 51. Según el estudio, esta práctica sólo se lleva a cabo en tres municipios vascos: Bilbao, Galdakao y Vitoria. Los pisos han sido los encargados de coger el testigo de la vía pública. «Las chicas buscan protección en grupo y acaban organizándose entre ellas hasta el punto de que empieza a desaparecer la imagen de la ’madame», apunta la directora del Instituto Vasco de la Mujer, Izaskun Moyua. En la actualidad existen 210 viviendas en las que ejercen la prostitución alrededor de 570 mujeres, un 41% más que hace cinco años. La mayoría son casas de alterne o pisos a los que sólo tiene acceso la mujer que ofrece el servicio.
Los clubes son un mundo aparte. Estos locales siguen concentrando la mayor parte del negocio. El 66% de las prostitutas trabajan en ellos. Sin embargo, con el paso de los años se ha detectado una evolución significativa en el tamaño de estos establecimientos. Frente al club tradicional, en el que suelen trabajar unas cuatro chicas, cobran mayor fuerza los llamados macroclubes, ubicados en las afueras de las ciudades y que pueden llegar a contar hasta con cuarenta mujeres. La media por local de este tipo ronda, no obstante, las 16 prostitutas.
Estos negocios se encuentran en manos de un reducido número de personas con experiencia en el sector, entre los que existen acuerdos informales que generan una serie de normas de «autorregulación». Por ejemplo, el 50% de los clubes se acoge al sistema de intercambio de mujeres entre locales. «Suelen permanecer 21 días en cada establecimiento, coincidiendo con la menstruación», revela el informe de Emakunde.
El 90% son extranjeras
El perfil de las prostitutas es de lo más heterogéneo. Y eso sin tener en cuenta a las denominadas de alto ‘standing’ o a las que optan por esta vía como su segunda ocupación. «En este campo nos encontramos con mucha estudiante y ama de casa que trabaja en hoteles, pero es un mundo que resulta todavía inaccesible», comenta Izaskun Moyua. El 90% de las mujeres que venden sexo son extranjeras y se dividen en tres colectivos: subsaharianas de 18 años que trabajan en la calle; latinoamericanas, la mayoría brasileñas, de entre 18 y 35 años que ejercen en pisos y clubes, y jóvenes del este de Europa, gran parte llegadas de Rumanía, que rotan en locales y viviendas bajo la estrecha vigilancia de proxenetas. El 5% de las prostitutas son transexuales, cuyo servicio «es cada vez más demandado», asegura la directora de Emakunde.
La mitad de las mujeres que ejercen la prostitución tiene hijos. Mantener a su familia es su principal objetivo, pero el precio por servicio varía también en función del lugar de trabajo. Las cantidades que pueden llegar a ganar oscilan entre los 60 y los 120 euros, si bien en la calle estos precios pueden bajar hasta los 20 euros. En los clubes el sistema de cobro es diferente. La tarifa habitual es de 60 euros por media hora, de los que la prostituta se queda con el 75% y el local con el resto. Hay establecimientos, sin embargo, que tienen otro sistema de pago. Las mujeres cobran un mínimo de entre 40 y 60 euros la noche, independientemente de los servicios que hagan, pero los ingresos por las copas se reparten a partes iguales entre el club y ellas.
Las prostitutas entrevistadas durante la elaboración del informe reconocen ser conscientes de la imagen negativa que se tiene de dicha actividad y declaran que no quieren lo mismo para sus descendientes. Como explica una de ellas, «sé que mi oficio no está bien visto, pero yo lo respeto porque he podido educar a mis hijos».
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