La prostitución abandona la calle
El País, , 10-01-2008“Hay más seguridad, claro, están los camareros y los seguratas. Si la chica grita están las compañeras al lado”. Una prostituta explica así un fenómeno que cualquiera que recorra la bilbaína calle de Las Cortes y sus aledaños habrá notado: las trabajadoras del sexo han abandonado definitivamente las calles para instalarse en pisos y en clubes de alterne.
El segundo informe global sobre prostitución en Euskadi que realiza Emakunde (el anterior se elaboró en 2002), que incluye numerosos testimonios de trabajadoras del sexo, revela que en sólo cinco años el número de mujeres que se prostituyen en la calle ha caído un 68%. Un total de 1.820 mujeres ejercen esta actividad en Euskadi, el 2% más que en 2002.
Las subsaharianas y las toxicómanas son las únicas que siguen exponiéndose a esta modalidad, menos segura y en la que las tarifas son inferiores, indicó Izaskun Moyua, directora de Emakunde. Los pisos se han multiplicado y los clubes de alterne están cada vez más concetrados: hay menos locales (los pequeños desaparecen ante la competencia de macroclubes) para las mismas empleadas.
El servicio bilbaíno de atención a prostitutas Askabide apunta que esa realidad responde a “la política clara de dispersión e invisibilización” que practican los ayuntamientos “para que no se las vean”. Ello dificulta el acceso de las trabajadoras sociales a las prostitutas, critica.
Emakunde ha tomado postura por primera vez respecto al debate más controvertido del feminismo: abolición o regularización. Tras concluir que la prostitución es fruto de la desigualdad de sexos y la pobreza y que perpetúa el rol de objeto sexual de las mujeres, Moyua propuso una tercera vía: sensibilizar contra el consumo de servicios sexuales y combatir a la vez la exclusión de las prostitutas con medidas en sanidad, vivienda, inserción laboral y asesoría legal.
Askabide echa en falta especialmente aquéllas relacionadas con la seguridad: “Sufren agresiones verbales y vejaciones. Hay que ofrecerles sistemas de telealarma para la calle y generalizar las alarmas en las habitaciones”. “Un cliente no sabes si es drogadicto, asesino… no sabes si te va a pegar, si te va a robar”, lamenta una habitual de la calle en el informe.
Además, la asociación reclama el derecho al descanso para unas mujeres que trabajan las 24 horas del día. “No tengo horario. Llevo el móvil y me llaman”, afirma una de las que trabajan en pisos. Otra cuenta que sólo le dejan bajar a la calle una hora al día. Askabide recuerda que muchas se han endeudado para emigrar y los sueldos del servicio doméstico no alcanzan. “Por venir pagué 15.000 euros. Y algunos jefes son muy malos. Si no pagas, pueden meterse con tus padres”, relata una extranjera. El estudio precisa que cobran entre 60 y 120 euros por servicio.
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