Quintana Roo usa trabajo esclavo
El Universal, , 08-01-2008estados@eluniversal.com.mxCANCÚN, QR. Como esclavos en pleno siglo XXI, centenas de personas son utilizadas para edificar en Quintana Roo lujosos hoteles que representan la oferta de hospedaje de algunos de los principales centros turísticos de México.Sin atención médica, con horarios que rebasan las jornadas de ocho horas que determina la ley, con sueldos muy bajos, lejos de sus hogares, bajo maltratos verbales y laborales, expuestos a enfermedades de todo tipo, migrantes provenientes de Chiapas, Veracruz y Tabasco, principalmente, construyen los hoteles más onerosos del país en Cancún y la Riviera Maya; en los que ni en sueños podrán hospedarse jamás.De acuerdo con el diagnóstico Problemática de los trabajadores migrantes pendulares, provenientes de Chiapas a la zona norte de Quintana Roo, encargada por la representación de Cáritas en San Cristóbal de las Casas a la consultora Redes – Turismo, Investigación para el Desarrollo, estos trabajadores son expulsados por los fuertes problemas económicos que atraviesan las comunidades de sus entidades de origen, lo que provoca que salgan a buscar empleo y mejores ganancias.El estudio, que analiza la problemática de ambas entidades sureñas para entender el contexto del fenómeno migratorio que las une, fue encargado por la Arquidiócesis de San Cristóbal a esa consultora, pues a partir del impacto del huracán Wilma se ha detectado un incremento en la migración de hombres que salen de sus comunidades hacia Cancún y la Riviera Maya para buscar trabajo.Lo que está sucediendo es que estas comunidades se están quedando sin varones, al menos durante las temporadas en que estos migrantes pendulares salen de sus comunidades, llegan aquí y trabajan de tres a cuatro meses, y vuelven a sus hogares, pero ya contaminados por conductas que no manifestaban en sus lugares de origen, adicciones como el alcohol o enfermos, cita la directora de Redes – Turismo, Marisol Vanegas.El documento indica que 95% del territorio de Chiapas se encuentra en un grado de marginación entre alto y muy alto, de acuerdo con la clasificación que utiliza la Secretaría de Desarrollo Social.Las tasas de educación, salud, empleo y vivienda están por debajo de la media nacional y a ello se añade que la situación de la población de dicha entidad se agravó luego del paso de huracanes como Mitch, que en 1998 propició las primeras migraciones importantes, lo cual se recrudeció una vez más en 2005, con el meteoro Stan.En los últimos cinco años se ha registrado un alarmante aumento en el número de hombres y mujeres que abandonan a sus familias y sus comunidades, para buscar mejores oportunidades laborales. En su mayoría se trata de jóvenes, con un grado de escolaridad básico, se advierte en el estudio, que incluye encuestas a 300 albañiles que laboran en obras desarrolladas en Cancún y la Riviera Maya.Desintegración familiarEl 80% de los migrantes que llegan a emplearse como albañiles a la entidad, son hombres; tres de cada cuatro tienen entre 15 y 34 años. 60% está casado y con hijos; de ellos sólo 20% trae consigo a su familia.El 16% carece de estudios y sólo 30% cursó un grado más allá que el de la primaria. Vienen de Chilón, Ocosingo, San Cristóbal de las Casas o Simojovel, los principales municipios expulsadores de migrantes, ubicados al norte del estado de Chiapas.Atrás, la mayoría dejó a sus padres, hermanos, esposa e hijos. No hablan español, pero dominan dialectos como el Tzeltal, Tzotzil, Tojolabal, Chol o el Zoque, por lo que el equipo de encuestadores empleó a traductores para poder entrevistarlos.Paraíso turístico para otrosAquí, pierden identidad y olvidan sus costumbres y tradiciones. Si bien no pierden la fe, la guardan en alguno de sus bolsillos. El 43% que profesa algún tipo de religión no acude a la iglesia, porque no se siente en confianza o porque desconoce la ubicación de los templos.Carecen de espacios recreativos y opciones para realizar actividades durante su tiempo libre; para atender desde enfermedades comunes, hasta problemas graves como accidentes de trabajo, recurren a centros de salud o a los médicos más baratos.Si quieren sexo o necesitan sentir alguna muestra de afecto, acuden con prostitutas o se involucran en prácticas de riesgo, con otros hombres, por lo que son vulnerables a contraer enfermedades de transmisión sexual, como el VIH/sida, que luego contagian a sus mujeres al retornar a sus poblados de origen.Sus carencias contrastan con la dinámica de ostentación y diversión que advierten en los centros turísticos en donde erigen monumentales construcciones, en las que todo es lujo y exceso, lo que los sume en crisis depresivas, que intentan aliviar con alcohol. Muchas veces los conduce a intentar suicidarse.Si la empresa que los emplea, no instala campamentos para dormir, algunos en plena selva se hacinan en cuarterías en donde pagan de 600 a 800 pesos mensuales, o duermen en parques públicos. Se alimentan de comida chatarra, porque los platillos en el comedor comunitario les cuestan de 35 a 40 pesos, lo que representa la tercera parte de lo que ganan al día, por más de ocho horas de trabajo diario, con un día y medio de descanso a la semana.El 20% de los 300 alarifes encuestados por Redes – Turismo, gana 4 mil pesos al mes; 50%, entre 4 y 6 mil pesos, y 30% entre 6 mil y 10 mil pesos. Diariamente gastan, en promedio, 75 pesos: 35 pesos en comida, 15 pesos en transporte y 25 pesos en renta.Un alto porcentaje de su salario lo envían a sus lugares de origen, vía giro telegráfico. Se quedan con una mínima parte para cubrir sus gastos de la semana. Sin embargo, existen casos en que han utilizado todo el pago de su semana a consumir alcohol y se quedan sin dinero, se lee.
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