Recién estrenado 2008, son ya dos las mujeres que han sido asesinadas a manos de sus parejas sentimentales en los tan sólo seis días transcurridos del año. Tras un 2007 con las peores estadísticas mortales conocidas (74 mujeres asesinadas), la última víctima de la violencia machista que ha pasado a engrosar esta negra lista es una mujer de 30 años, de nacionalidad rusa, a la que su pareja le arrebató ayer la vida en la localidad alicantina de Torrevieja. El asesinato de esta joven rusa confirma la tendencia de que son cada vez más las extranjeras quienes engordan las estadísticas. En 2007, el 40 por ciento de las asesinadas no eran españolas.

No existe constancia de que hubiera ninguna denuncia previa por malos tratos en este caso. Algunos vecinos apuntaron, por su parte, que la discusión pudo tener que ver con algún asunto de drogas. Fue uno de ellos quien alertó a la Guardia Civil de la discusión que estaba teniendo lugar en el domicilio en el que la pareja convivía desde hace algunos meses.

El suceso, según la información facilitada por la Benemérita, tuvo lugar sobre las 23.30 de la pasada noche de Reyes en una vivienda situada en la confluencia de las calles de los Molinos con el vial de Ronda. Al parecer, el joven, de 26 años y nacionalidad ucraniana, llegó al domicilio en estado de embriaguez y comenzó una discusión con la víctima, a la que degolló con un cuchillo.

Un vecino alertó a la Guardia Civil de los gritos en el domicilio a través del 112, y ésta avisó al SAMU. Cuando la ambulancia llegó al domicilio, alrededor de las 00.30 horas, no se pudo hacer nada por salvar su vida. La mujer, de 30 años de edad, estaba ya muerta, probablemente desangrada. Mientras, su agresor se entregaba posteriormente a las fuerzas del orden.

Con este crimen, son ya dos los asesinatos como consecuencia de la violencia machista. El primero tuvo lugar el pasado día 4 en Coín (Málaga), cuando una mujer murió apuñalada por su pareja. Además, han sido noticia distintas agresiones por violencia de género, aunque sin llegar a tener que lamentar víctimas mortales.