El callejón de las botxerías
Dos gitanos en el Waldorf-Astoria
El espectáculo 'Antonio', pensado como homenaje a Antonio, 'El bailarín', atrajo a una multitud hacia el Palacio Euskalduna, donde la Compañía de Antonio Márquez, con la colaboración del viejo maestro, Paco Romero, despertó un mundo de sensaciones
Deia, , 04-01-2008LA leyenda comenzó a escribirse con la letra menuda de los seis años, cuando el niño Antonio Ruiz Soler entró en la academia del Paestro Realito, quien le inició en los bailes de palillos. Allí conoció a Rosario y apenas un año después ya formaban una pareja artística que hizo fortuna en medio mundo, incluidos los escenarios de Broadway, Moscú, París, Roma o El Cairo. Con tan sólo siete años, la pareja ya frecuentaba cafés-concierto, fiestas privadas y tablaos tradicionales antes del mágico año de 1937, cuando el empresario Marquesi contrató a la pareja para ir a América. Durante siete años consecutivos actuaron en la sala del Waldorf-Astoria de Nueva York y su nombre alcanzó los cielos de la fama. Eran Antonio y Rosario, una pareja inmortal, cargada de temperamento…
Les cuento todo esto ahora que acaba de estrenarse en Bilbao en el Palacio Euskalduna, para más señas… el espectáculo Antonio, un homenaje a Antonio El Bailarín, uno de los grandes bailarines de la historia. La Compañía de Antonio Márquez ha traído a la villa una maravilla coreografiada por el propio Márquez, por el viejo maestro Paco Romero y por Nuria Leiva, Rocío Coral, Daniel Fernández y Currillo, con música de Salvador Bacarisse, Isaac Albéniz, Edouard Lalo, Padre Soler, Reveraiano Soutullo y Juan Vert, transportada al escenario por los músicos Antonio Sánchez y Rafael Hermoso y bailada por los propios Antonio Márquez y Paco Romero, además de por David Sánchez, Daniel Fernández, Javier Sánchez, Joana Flores, Rocío Chacón, Carmen Alférez, Merche Recio, Lucía Padilla, Verónica Soriano, José A. Torres, Francesco Bucchi y Juan F. González. El espectáculo, que va desde la Romanza del Concertino para guitarra y orquesta hasta La leyenda del beso, tiene ojos cautivadores, ojos negros que evocan una época donde aún era posible forjarse una leyenda de la nada.
De todo este mundo de bailes y discusiones temperamentales Antonio y Rosario eran dos volcanes en erupción perpetua… tuvieron ayer noticia quienes acudieron a presenciar la representación. Entre ellos se encontraban Menchu Tamayo, Teresa Mariscal, el director de orquesta, Juanjo Mena, Beatriz Muguruza, Chelo del Río, José Aristondo, Begoña Urkiza, Alejandra Acillona, el coreógrafo cubano, Lázaro Quesada, Jesús González, Perfecto Urien, Alberto Tejerina, Esperanza Rodríguez, Benedicto Martínez, Holger Postl, Teresa González, Arlene Cobo, junto a su madre, Arlene Iribarren, Mari Carmen López, bien acompañada por Txema Letona y un buen número de admiradores de un arte que requiere de una de las materias más volátiles y difíciles de encontrar en la tierra: el duende.
También sintieron el escalofrío propio de estas apariciones gente como Isabel Uriona, Javier Zarate, Jon Aldeiturriaga, Arantza Andrés, María Loizaga, acompañada por Loles Abásolo (ambas son women in Black…), Jujo Ortiz, el empresario del Teatro Ayala, Javier Ugalde, Arantza Aldamiz, Ramón Lasage, el diseñador Javier Barroeta, Mikel Ortiz de Orrantia, Mikel Larrinaga, Alfonso Yebra, Begoña Garamendi, Belén Bengoa, Rocío Durán, bailaora aficionada, Igor Alonso, Rosa Urrutia, María Teresa Campos, quien no guarda parentesco alguno con la periodista audiovisual – “a Dios gracias”, dicho sea por ella misma…-, Fernando Gallastegi, José María Revuelta, José Luis Irigoyen, Ainara Ruiz, Justo Benavides, Alfonso García, Fernando Urkiza, José Antonio Grijalbo, Ane Palacios, Nagore Ruiz, Francisco Llarena, Natividad Martínez, Julio Erdozain, Iker García, Txema Alonso, Gabriel Pozuelos y un buen número de invitados que disfrutaron de un momento eléctrico, uno de esos relámpagos que le recorren a uno la espina dorsal cuando se desata la tempestad de las emociones hasta el punto de sentir escalofríos. Más allá de la gripe que nos abate ¡mal rayo le parta! ese temblor es hijo del sentimiento.
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