LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA / Los otros ciudadanos
Los hispanos 'invisibles'
El Mundo, , 04-01-2008Los latinos se sienten intimidados por las redadas de inmigrantes ilegales y los discursos furibundos de los candidatos Rosaura Zamora tiene los dedos torcidos de abrir tripas de cerdo. «Teníamos 20 segundos por tripa, durante 10 horas al día, sin pausa, y debías tener mucho cuidado pues al menor descuido se te explotaban y te llenabas de sangre y de excrementos. Era una labor muy dura, llegué a quedarme sin uñas. Los gringos no quieren hacerlo y ya estamos nosotros, los mexicanos». Rosaura, 31 años, con tres hijos y natural de Michuacán, llora cuando recuerda las penurias de su trabajo. Y aun así aceptaría volver mañana mismo al matadero de Swift & Co, en Marshalltown (Iowa), donde hace un año la detuvieron en una redada de inmigrantes ilegales.
«Corría la voz de que la migra vendría a por nosotros», recuerda. «Llegaron el día de la Virgen de Guadalupe, y nos escondimos donde pudimos: bajo las mesas, en los armarios, en los frigoríficos… A mí me encontraron y me jalaron del pelo. No podía hablar de los mismos nervios».
Rosaura está «de abogados y jueces» y teme que le llegue la orden de deportación. Lleva en Iowa tres años y medio, y dos de sus hijos nacieron aquí. Su marido trabaja también en «la factoría de los marranos», y teme que le echen el guante. Viven como sombras y aun así se consuelan viendo el sueño americano en una pantalla plana gigante: «Es un angustia, ojalá que el próximo presidente lo arregle». En la ‘tele’ se cuelan de vez en cuando los republicanos, prometiendo mano dura contra la inmigración, y los demócratas, que quieren reforzar la frontera. Nadie parece preocuparse de la situación de los que ya están dentro, ni de la explotación laboral, ni de la discriminación y el miedo cada vez más palpable.
Los latinos apenas cuentan en Iowa. No llegan aún al 5% de la población y apenas hay 37.000 registrados para votar. Son todavía una minoría invisible y asustadiza, por más que proyectos como el New Iowans y Latinos Unidos les inciten para que den la cara y hagan sonar su voz. «La gente teme lo nuevo», advierte Ann Morris, voluntaria de Latinos Unidos. «Aquí el flujo de latinos ha llegado más tarde y estamos en fase de integración. Pero Iowa tiene tradición como centro de acogida de refugiados políticos de todo el mundo. Tenemos que ser igual de hospitalarios con los latinos: hay que abrirles un camino hacia la ciudadanía».
En Marshalltown, sin embargo, sigue oliendo a piel chamuscada de cerdo. «Aquí no sólo matan marranos, también morimos las personas», asegura el mexicano José Ramírez, 37 años, empacador de carne. Mercedes Rivera, de Chihuahua, también trabajaba en la factoría hasta que fue apresada con otros 100 inmigrantes ilegales hace un año. Lleva «haciendo méritos desde hace 19 años para conseguir papeles». Tiene cuatro hijos y los saca adelante gracias, entre otros, a donaciones de la iglesia católica de Santa María. «Esta ciudad ha cambiado mucho en poco tiempo», asegura el párroco, Jim Miller, que estuvo en Bolivia antes de recalar en Iowa. «En los 90 había un puñado de latinos y ahora son el 20% de los 26.000 residentes. Esto ha dejado de ser una small town de la América profunda y se parece más a otros lugares del país, con restaurantes mexicanos y anuncios bilingües».
La iglesia de Santa María fue pionera en las misas en español y ahora cuenta incluso con un Ministerio Hispano, por donde pasan todos los inmigrantes necesitados de amparo y calor. El padre Jim fletó incluso una expedición a Villachuato, de donde procede una gran parte de los inmigrantes de Marshalltown, «para que la gente conociera mejor el origen de esta gente y entendiera por qué vienen». Pero la comunidad anglo no acaba de comulgar con la misericordia católica y algunos se han dado de baja en la parroquia. «También hay muestras increíbles de solidaridad», certifica Jim, «pero entre los latinos hay mucho miedo».
La inmigración, junto con la marcha de la economía y la Guerra de Irak, figura a estas alturas entre las prioridades de los votantes, sobre todo los republicanos. La caída en las encuestas de Hillary Clinton coincidió, nada casualmente, con sus titubeos a la hora de respaldar – y después negar – el derecho de los inmigrantes sin papeles a obtener un carné de conducir. En todo el país, el 64% de los hispanos considera que el debate de la inmigración «ha hecho la vida más difícil para los latinos», según una reciente encuesta del Pew Center. El 41% admite haber sido víctima de discriminación en los últimos cinco años y el 75% se opone a las redadas en los centros de trabajo.
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