Editorial
Alejandro Stanislavov, un niño donostiarra
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 02-01-2008pasadas las cinco de la mañana nacía en el Hospital Donostia el primer niño guipuzcoano. Su nombre, Alejandro Stalislavov,
de madre y padre búlgaros, residentes en la capital donostiarra desde hace más de dos años. El origen extranjero de esta primera criatura de 2008 no es, sin embargo, un hecho aislado: en Bizkaia y en Araba se dieron las mismas circunstancias en la madrugada del martes y ocurrió lo mismo en el conjunto del Estado ya que en este caso, el primer niño del nuevo año nació en Valencia, hijo de una pareja de bolivianos. El aumento de la población inmigrante ha sido una constante en los últimos años y siendo un factor determinante para entender los niveles de bienestar y el desarrollo económico de los últimos años, la tarea de normalizar su presencia y abrir cauces de convivencia siguen siendo asignaturas pendientes. No hay duda de que, de ser un hecho anecdótico, la inmigración tiene su peso específico en un territorio como el de Gipuzkoa. Además, factores como una previsible oleada de jubilaciones a medio plazo y una mayor cualificación de la mano de obra local (que, unido al disfrute generalizado de mayores cotas de bienestar provoca un rechazo hacia profesiones menos cualificadas) hacen pensar que en la CAV harán falta aún 200.000 inmigrantes en las próximas tres décadas, a una media de 7.000 por año. En el caso de Gipuzkoa, el crecimiento progresivo de la comunidad inmigrante queda confirmado al evidenciarse que en los últimos cinco años se ha triplicado y alcanza ya el 3,5% de la población. Junto a la regularización de su situación, especialmente en el ámbito laboral, hay otro elemento que sigue siendo una asignatura pendiente y tiene que ver con los prejuicios que aún pesan sobre este tema, donde con excesiva frecuencia inmigración y delincuencia se contemplan como dos caras de la misma moneda. Un revelador estudio del Ayuntamiento donostiarra aseguraba recientemente que el 62% de la población cree que la llegada de inmigrantes afecta de forma negativa a la seguridad ciudadana y la cifra está seis puntos por encima de la media de la CAV. La inmigración como peligro o como fuente de oportunidades es el reto que debería movilizar a los poderes públicos y a una sociedad que siempre se ha caracterizado por ser abierta y estar con los tiempos.
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